La Capa Media de la sociedad

Las clases y su correlación en la lucha por democracia y el poder popular (parte II)

LA CAPA MEDIA DE LA SOCIEDAD

Introducción

Uribe y la oligarquía, para mantener el poder e impulsar su proceso de fascistización que demanda, al menos, dar la sensación mediática de contar con amplia base social, se propusieron consentir con demagógicas ofertas a la capa media de la ciudad, que ha sido uno de los sectores más garroteados por más de una década de neoliberalismo.

El actual presidente prometió la prosperidad envenenando la capa media contra las fuerzas y formas de lucha revolucionarias, especialmente contra la insurgencia guerrillera, que decidió llamar “amenaza terrorista” y en su discurso les vuelve causantes de todos los problemas del país, para justificar la política guerrerista y terrorista de "seguridad democrática" y así explicar los malos resultados de su fracasada gestión en lo social y económico.

Uribe, para el logro de este cometido, ha dado fuerza a consignas como "Colombia de propietarios" y "Vive Colombia, viaja por ella". Esto explica la notable votación por Uribe en puntos urbanos claves como Bogotá, que bordea 10 de los 44 millones de colombianos.

Empobrecimiento y radicalidad de la capa media urbana
Pero la realidad es bien distinta a lo predicado por Uribe, las castas dominantes sumen más en la miseria a las capas medias con la baja de sus ingresos, la falta de empleo y con remuneraciones muy inferiores a sus aspiraciones. Ha azotando con impuestos y falta de crédito a las pequeñas y medianas empresas y otras fuentes de pequeñas rentas, ha perseguido a los vendedores ambulantes, reestructurando el Estado y lanzando al desempleo a muchos empleados del Estado mientras chantajea con la falsa “meritocracia” a los que están empleados. Uribe continúa asfixiando al campesinado pobre y medio con la invasión de productos agropecuarios, las altas tasas de interés que terminan en el remate de las fincas y los pobres del campo ven legalizar (con los acuerdos Uribe-paramilitares en el Ralito) el despojo violento de cerca de 4 millones de hectáreas en manos de los paramilitares, según datos de la Contraloría General de la República.

Uribe ha subvalorando mucho a la intelectualidad formada en el país para dar fuerza a los tecnócratas encumbrados educados en la metrópoli imperialista, cerrando espacios para la adquisición y creación de arte y cultura.

El régimen ha menguado la calidad de vida de la capa media en las ciudades con la fuerza dada al incremento de los impuestos directos e indirectos y al aumentar el costo-mantenimiento de los apetecidos automotores y al asegurar el alejamiento de las posibilidades de vivienda de buena calidad, incluso generando hechos económicos que hacen que los que usuarios del sistema UPAC-UVR la estén perdiendo aceleradamente.

Hay una elevación exagerada de los costos de la educación superior y reducciones drásticas a las posibilidades de recreación.

En la mayoría de sectores urbanos, que concentran a cerca del 70 por ciento de la población colombiana, existe un altísimo y mayoritario porcentaje de pequeña burguesía que crecen demográficamente como lo hace su inconformidad, disponiéndoles a luchar por bienestar, libertades y a buscar líderes de su extracción y condición social para que gobiernen el país con las ideas reformistas de la democracia pequeñoburguesa.

Anotamos que la crisis económica lanza al proletariado o proletariza grandes cantidades de integrantes de la capa media, pero este no es un proceso mecánico de asimilación de una nueva existencia proletaria, no es un fenómeno de fácil cuantificación, esos nuevos proletarios se resisten a asumir su nueva situación, van al llamado “rebusque” y sicológicamente arrastran por mucho tiempo con los prejuicios y comportamientos pequeño burgueses.

Sectores como el magisterio, los trabajadores del sector financiero y de varias instituciones del Estado, mantienen sus organizaciones sindicales y participan de luchas importantes, pero por las direcciones oportunistas y burocratizadas han ido perdiendo combatividad, aunque las bases en ciertas oportunidades han rebasado a esas direcciones. Esta debilidad de la capa media la ha aprovechado el régimen para mantener una ofensiva dura contra sus conquistas laborales y económicas, impulsando la reestructuración del Estado y la privatización de institutos y empresas de servicios públicos. Esta política ha tenido resistencias importantes que en algunos casos han contenido su rápido avance.

En el transporte, los encumbrados aviadores han defendido sus intereses económicos y enfrentado la globalización imperialista realizado diferentes huelgas y "operaciones reglamento" que reducen mucho las operaciones aeroportuarias.

Los medianos y pequeños propietarios de camiones incrementaron su combatividad con paros que enfrentan la apertura económica, doblegando la arrogancia gubernamental hasta forzar la negociación de sus exigencias.

También se han dado luchas sectoriales contra políticas del gobierno nacionales y locales por propietarios de taxis y busetas contra la monopolización del negocio con el impulso de los sistemas privados de transporte masivo, si bien cabe anotar que el alza de la gasolina la vienen absorbiendo los conductores por efecto de su trabajo a destajo pues los propietarios no han disminuido las exigencias económicas que a diario deben entregar estos asalariados del volante. Los propietarios de embarcaciones pesqueras también registran acciones contra políticas gubernamentales.

Han aumentado las fundaciones y organizaciones no-gubernamentales que agrupan intelectuales para luchar por los derechos humanos o ligarse con luchas de sectores obreros y populares.

Junto a estas luchas sindicales, o con propios caminos, se han ido fortaleciendo y surgiendo organizaciones populares urbanas pluriclasistas, con alto predominio pequeño burgués, de barrios, de lucha contra las altas tarifas de servicios públicos e impuestos indirectos como la valorización y los peajes en áreas metropolitanas, reivindicaciones de vivienda, saneamiento ambiental, defensa del ecosistema, por los derechos de la mujer, el control de precios y para enfrentar las altas tarifas y el mal servicio de transporte, entre otras acciones. Algunas de estas protestas han hecho reversar medidas de las administraciones locales.

Al tiempo que mejora su organización y da batallas económicas y sociales, la pequeña burguesía urbana evidencia marcado desgano para la acción revolucionaria, aprovechado por la burguesía para poner a ciertos sectores de ella tras de sus falsas consignas pacifistas o el abierto guerrerismo. Aquí cabe destacar la influencia de sectas religiosas protestantes y el influjo de filosofías orientales que buscan apaciguar ánimos y ayudan a controlar el desespero que vive la capa media por el creciente empobrecimiento.

Esto crea una situación especial que obliga a un diseño táctico que aproveche el extendido estado anímico de inconformidad para llevar a la capa media urbana a acciones masivas contundentes contra el régimen, enarbolando banderas democráticas y antiimperialistas por el cambio, que le muestren a este sector social la perspectiva y necesidad de la revolución social; recordando a Lenin cuando afirmaba que las masas aprenden ante todo por su propia experiencia.

Ese exasperado estado ánimo pequeño burgués que se extiende lo muestra el apoyo de mucha capa media de afiliación liberal para la elección del alcalde de Bogotá, Lucho Garzón, que hoy tiene desengañados a la inmensa mayoría de los votantes por sus prácticas socialdemócratas de conciliación de clases que lo lleva a esforzarse por ser un buen administrador de la crisis económica y social del Distrito Capital y un furibundo detractor de la izquierda que lo promovió como candidato al segundo cargo más importante del Estado colombiano.

El campesinado pobre y medio

Este sector de clase, el principal aliado del proletariado en la lucha por la revolución democrática antiimperialista en marcha al socialismo, mantiene su número absoluto de integrantes, aunque se esté dando un fuerte desplazamiento a la ciudad y descomposición social que los lanza a las filas del proletariado.

Son las juntas comunales y algunas cooperativas las formas de organización social que prevalecen en el campo, destacándose entre ellas las agrupaciones para la lucha económica de los campesinos caficultores que han cosechado más triunfos que café con sus persistentes luchas contra la ruina generada por la política de privilegio para los grandes cultivadores.

Otro aspecto notable en la situación de los pobres del campo es la disminución de sus líderes reconocidos nacionalmente. Hoy los más destacados vienen del sector indígena, que mantiene su organización social nacional, la "ONIC", afectada por prácticas anarcogremialistas promovidas especialmente por el partido Alianza Social Indígena, golpeada por la guerra sucia, enredada por tesis pacifistas-neutralistas y por la diferenciación clasista que se acentúa entre los indígenas.

Algunas organizaciones de negritudes adelantan un trabajo entre los campesinos de su etnia pero no se han proyectado con fuerza por el localismo y el racismo de algunos de sus jefes.

Hay la propensión ha construir organizaciones unitarias entre organizaciones de los campesinos, indígenas y negros que trabajan la tierra. Esto puede ayudar a aliviar la gran dispersión de las organizaciones de los pobres del campo.

El papel político del campesinado (de todas las etnias) está muy ligado al significativo desarrollo que hoy tiene la lucha armada revolucionaria, aunque se exprese poco en la movilización y actividad de las diferentes formas de organizaciones sociales agrarias. Los efectos nefastos de la apertura económica en la producción de alimentos lanzan a los campesinos, a diario y por miles, al cultivo de coca y amapola, que implica enfrentar la acción represiva del Estado para lograr la supervivencia y no el enriquecimiento que malintencionadamente difunden los medios de comunicación y los gobernantes de la oligarquía y el imperialismo.

Los nexos de esas organizaciones campesinas con el proletariado agrícola organizado sindicalmente se han complicado por la acción del terrorismo de Estado en su forma paramilitar, causa principal de la desaparición y destrucción de organizaciones del pueblo en el campo, obligándole a defenderse militarmente de esa ofensiva. Es así como la vinculación y el auxilio a la lucha de la insurgencia ha desplazado el papel de las organizaciones sociales, sin que ello signifique que no son necesarias las organizaciones sociales del campesinado sean inservibles, en todo tiempo y lugar, para organizar la movilización campesina por banderas reivindicativas como la reforma agraria. Igualmente, la disminución de la lucha económica del campesinado está asociada al papel negativo de sectas religiosas de distinto origen, a veces ligadas a agencias imperialistas.

El ejercicio de la lucha por la alianza obrero-campesina, obliga a mejorar esfuerzos hacia el trabajo político en el campo, lo cual pasa por tener muy presente el papel de la lucha armada revolucionaria y, simultáneamente, destaca la necesidad de adelantar la unidad de acción entre las fuerzas insurgentes y el fortalecimiento y ampliación de las actuales organizaciones sociales del campesinado.

Lo anterior da relieve a la necesidad de impulsar las tareas de unidad de acción entre el proletariado de las ciudades y el agrícola, como segmento de la población del campo con más nivel de organización y principal actor en la lucha por esa alianza.

Dificultades para contener la inconformidad de la capa media.

Las limitaciones impuestas por la mala situación económica de Colombia que lanza a la pobreza y por centenares de miles, a la capa media, dejan muy poco margen de maniobra a la oligarquía para promover acciones demagógicas de gran envergadura y volver al redil de influencia burguesa directa a la mayoría de estos pequeño burgueses desilusionados del gobierno y el sistema, lo que tiene grandes implicaciones en el problema político de poder contar con esa base social indispensable para sostener su poder opresor y explotador.

Está seriamente lesionado el arrivismo del pequeño burgués urbano y crece la inconformidad en el campo por las insatisfechas y a menudo modestas aspiraciones de los sectores indígenas-campesinos que, en muchos casos, levantan banderas democráticas sin la influencia política del proletariado, los comunistas y otras corrientes revolucionarias y de luchadores por la democracia y el progreso social.

Buena parte de esta capa social es lanzada al desespero y la radicalización, pero no siempre --ni mecánicamente-- ello es equivalente a que ingresan a las filas de la revolución; pero si está comprobado que ingresan a las filas del Movimiento de Oposición al Régimen.

Todo indica que Colombia no está ante un fenómeno transitorio en el estado de ánimo de la capa media urbana, es algo que tiende a prolongarse y la lucha ha de profundizar el debilitamiento de la influencia ideológica y político del bloque oligárquico e imperialista sobre la pequeña burguesía, como lo confirma el debilitamiento de los partidos liberal y conservador.

Observamos la importancia de esta visión política siguiendo de cerca el gran pulso político que libra la oligarquía para recuperar el control sobre liderazgos pequeño burgueses con buena influencia de masas, que podría llevar a la Presidencia de Colombia a líderes de ese origen social urbano.

Liderazgos progresistas y oportunistas

El estado de ánimo de la capa media urbana se ve reflejado en el protagonismo ganado por personalidades de renombre nacional que hoy ostentan cargos ejecutivos de elección popular tanto en la rama ejecutiva del Estado como algunas representaciones parlamentarias.

De allí, que ante la ausencia del liderazgo obrero para asumir con solvencia tareas de tanta magnitud como una candidatura presidencial alternativa y encabezar el Movimiento de Oposición al Régimen, nuestra decisión es jugar políticamente para abrir espacio a un mejor papel del proletariado y los revolucionarios es necesario apoyar el candidato lanzado por las organizaciones sociales, políticas democráticas y de izquierda agrupadas en Alternativa Democrática y el Frente Social y Político.

Este apoyo significa también, dar una dura batalla contra los socialdemócratas más derechistas que lideran el Polo Democrático Independiente y engañan importantes sectores sociales, incluida parte de la masa obrera que los ve como de izquierda por su pasado de ex guerrilleros, de ex militantes de la izquierda revolucionaria, o de ex líderes sindicales.

También nos esforzarnos por mantener puentes con el sector liberal afecto a la izquierda en la medida que ello signifique una posibilidad para incidir en la descomposición del oligárquico partido liberal y ganar espacio entre las masas que influencia, para atraer más cientos de miles de oprimidos a la lucha de oposición al régimen y a un reconocimiento político al papel de la izquierda revolucionaria. Esta es una tarea más necesaria cuando es evidente la carencia de un claro liderazgo público individual y colectivo de las posiciones del proletariado.

En el caso de los líderes oportunistas, buena parte al seno de la dirección del PDI, es necesario adelantar la tarea de profundizar su aislamiento de las bases mostrando el discurso derechista y las prácticas manzanillas de estos tristemente célebre personajes, trabajando con audacia y tesón para quitarles la máscara de "izquierda democrática" y dejarles a la vista su rostro derechista y antidemocrático, o sea contra el pueblo. La otra tarea para derrotar esos falsos liderazgos de la capa media urbana es estimular la lucha que contra Serpa desarrolla la "izquierda liberal".

Estas victorias frente a esos liderazgos oportunistas son esenciales para lograr que el Movimiento de Oposición al Régimen no se vea limitado en su desarrollo y alcances.

Esto debe comprenderse muy bien para impulsar la candidatura alternativa y acertar en el tratamiento a otros liderazgos positivos de la capa media urbana. Es un asunto que impone la vida política de hoy, de ello no puede escapar el proletariado y su Partdio argumentando el gusto o disgusto por tal o cual precandidatura. Recordemos que desde el punto de vista de clase se actúa así en este momento por estricta conveniencia política proletaria para poder avanzar en la acumulación de fuerzas, ganar tiempo para superar dificultades y contribuir a mejorar el papel político de la clase obrera.

Es decir, es necesario que el proletariado se acerque con decisión e iniciativa política a sectores pequeño burgueses para promover y ganar sus voluntades, aprovechando y afianzando los mejores valores democráticos y antiimperialistas que encarnan algunos líderes prestigiados de la oposición pequeño burguesa.

De esta manera, el proletariado puede radicalizar el movimiento unitario contra el proyecto fascista y neoliberal, sin la meta de volver socialistas a los jefes más consecuentes de la capa media, si el proletariado y su Partido actúan con la idea de no mantenerse a la sombra de esos liderazgos y aprovecha para llevarles sus iniciativas unitarias, afianzar sus posiciones más correctas y neutralizar sus vacilaciones.

Iniciativas democráticas pequeño burguesas

Anotamos que estamos de cara a una presencia de fuertes iniciativas de la democracia pequeñoburguesa asociadas al peso ganando por los liderazgos mencionados, que no sólo tienen vacilaciones en su enfrentamiento al fascismo, o lo reducen a la permanencia en la presidencia de Uribe Vélez, sino que en esencia pretenden el imposible de darle un carácter democrático al Estado burgués pro imperialista con interpretaciones liberales y socialdemócratas del "Estado Social de Derecho".

Los líderes pequeño burgueses a menudo arrastran con el viejo pecado capital de la capa media que inconscientemente espera acuerdos favorables con la burguesía y se muestra dispuesta a la conciliación con ella al seno de los partidos tradicionales y las negociaciones de pliegos de peticiones de las organizaciones sociales.

Desde otro ángulo, no se puede perder de vista que las posiciones revolucionarias más consecuentes y firmes se ven debilitadas porque propuestas de algunas organizaciones con tradición de izquierda reflejan más las posiciones de la pequeña burguesía radicalizada, antes que las del proletariado, aún se declaren marxistas y hasta leninistas.

Esa situación genera nuevas dificultades para el impulso de unidad de acción en ciertos aspectos, incluido el alcanzar nuevos avances en la especial tarea política de volver a la más firme unidad de acción política y militar.

Actitud proletaria hacia la capa media

Si bien las posturas pequeño burguesas progresistas, democráticas y de izquierda no colocan en peligro inmediato el poder burgués, el proletariado y su partido deben aprender a valorar hasta qué punto le generan nuevas vulnerabilidades y dificultades a la llamada gobernabilidad de la oligarquía pro imperialista, hasta dónde agrietan más el Estado de los capitalistas y alientan las masas a la lucha contra el Estado opresor, para saber determinar con acierto qué tanto y cómo apoyar algunas de esas propuestas hasta encontrar el momento de superarlas en la lucha conjunta con ese sector de clase tan extendido en las ciudades y así ampliar el camino a la crisis revolucionaria con las masas movilizadas en el curso de la lucha de clases que avanza hacia mayores polarizaciones y antagonismos y destacará inevitablemente la importancia de la urgencia de la firmeza proletaria en la lucha.

El estado de ánimo de la capa media, ya descrito y analizado, puede y debe ser aprovechado por el partido del proletariado y demás sectores revolucionarios para canalizarlo hacia la elevación del nivel político, para dar un vuelco a la correlación de fuerzas impulsando en la práctica la alianza obrero-campesina y popular e inducir la lucha de clases a claros objetivos de acumulación de fuerzas para la toma del poder, acumulación que no se da lineal y tiene inevitables saltos.

Desde luego, el proletariado y su Partido no dejará de invitar a los hombres y mujeres más avanzados de este sector social, a que renuncien a sus intereses de clase y abracen los del proletariado vinculándose al Partido de los proletarios.

En este frente de trabajo de masas, para llegar a la capa media urbana que apenas se vincula a la lucha, debe aprovecharse el trabajo político en sectores medios de tradición más combativa, en los que han prendido las ideas revolucionarias y están más cercanos al proletariado y con buena influencia o dirección revolucionaria como el magisterio y los empleados del sector financiero. Si el proletariado actúa con habilidad, aprovechando su influencia social y los liderazgos de masas conquistados en estos sectores, puede ayudar mucho a sacudir las ilusiones reformitas y las ideas democráticas pequeño burguesas de quienes hoy están movilizados contra el régimen haciéndole oposición a Uribe.

Esta conducta debe asumirla el Partido proletario y el proletariado como clase, ante la capa media que quiere luchar, ella prepara y acerca la hora del liderazgo proletario revolucionario, a condición de que el Partido proletario cumpla con sus tareas de forjarse como vanguardia atrayendo a los demás revolucionarios y sectores progresistas y democráticos, políticos y de masas, lo cual está distante de que el Partido artificial o infantilmente se declare vanguardia del proceso revolucionario, escribiendo o mencionándolo en cuanta palabra pronuncie o actuando como si ya lo fuera en la práctica, cuando no se tiene la fuerza política y social necesaria para ello.

Comité Central
Partido Comunista de Colombia (m-l)