La historia tras las explosiones

LA HISTORIA TRAS LAS EXPLOSIONES


Jorge Lofredo
jorge.lofredo@gmail.com


En solidaridad con Gildardo Mota,
periodista oaxaqueño, compañero y amigo.


Los actos de propaganda armada realizados el pasado 6 de noviembre en el DF habían sido largamente anunciados con anterioridad. Esta experiencia no es inédita, además el DF ya había sido atacado con anterioridad, las últimas ac-ciones guerrilleras fueron idénticas a las ocurridas recientemente y sus mensa-jes políticos (poder político, económico e institucional) apuntan a lo que repe-tidamente han consignado en sus comunicados. Se cuentan con los anteceden-tes necesarios a partir de una rápida lectura de los documentos que las distin-tas organizaciones político-militares han producido en los últimos tiempos y casi sin interrupción desde junio de 2006, mes del décimo aniversario del sur-gimiento de esta nueva generación de grupos guerrilleros.

Los grupos que han reivindicado las explosiones tampoco son nuevos: varios de ellos cuentan con cinco y hasta seis años de antigüedad. El más relevante de éstos es Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP). Desde 1999 se conocen escritos de lo que primero fue un sector o tenden-cia (de ahí que su denominación anterior era Partido Democrático Popular Re-volucionario-Ejército Popular Revolucionario-Tendencia Democrática Revo-lucionaria —PDPR-EPR-TDR—) al interior del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR), organización madre de la mayoría, aunque no de todas, las siglas que hoy registran presen-cia a lo largo del territorio mexicano.

Los primeros documentos conocidos donde se verifica esta disidencia del PDPR-EPR datan de agosto de aquel año. Pero no será sino hasta noviembre de 2000 donde llevarán a cabo su primer congreso partidario, que a la vez resulta-rá constitutivo y adquirirá la definitiva autonomía del eperrismo original. En diciembre de ese año y enero del siguiente editan y dan a conocer el primer número de ‘Pueblo en Lucha’, su órgano partidario, donde expresan, entre otras razones, que la salida del PDPR-EPR se produce debido a la necesidad de dotar de “democracia al interior de un partido político militar, en la lucha por la transformación revolucionaria de nuestra sociedad” que produce “aislamiento, sectarización y falta de desarrollo del partido revolucionario.” Para el PDPR-EPR esta ruptura forma parte de una “depuración ideológica”.

Todavía como PDPR-EPR-TDR llevaron a cabo algunas acciones menores de propaganda armada. En una entrevista de enero de este año afirman haber rea-lizado “en honor a los compañeros ‘José’ y ‘Ricardo’, caídos en combate el 10 de noviembre de 1998. Dichas acciones fueron realizadas, el 10 de noviembre de 2002, en San Juan de las Flores y, el 10 de noviembre de 2003, en el Puente de Mezcaltepec, ambas en el municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. […] También realizamos una acción con bomba de propaganda el 2 de diciembre de 2003, en la Casa Guerrero, de la Ciudad de México, en conmemoración del 29 aniversario de la caída en combate de nuestro comandante Lucio Cabañas. Estas y otras acciones fueron realizadas y reivindicadas públicamente como PDPR-EPR-TDR. Asimismo, realizamos algunas otras acciones de distinta natu-raleza que llegado el momento habremos de reivindicar.” Los registros perio-dísticos confirman estas versiones.

Para “responder a las necesidades de movilidad, eficacia y relativa autonomía regional”, en enero de 2004 el grupo lleva a cabo su segundo congreso partida-rio donde se decide reconocer la existencia y operatividad de los comandos que forman parte de, a partir de este momento, TDR-EP. Estos son los que se han responsabilizado, casi con exclusividad, de todas las operaciones de pro-paganda armada —acciones militares— desde el 2003 hasta hoy. En aquel año, anterior al congreso partidario ya mencionado (lo que implica que la decisión política de dar a conocer esta nueva circunstancia es posterior a la actividad militar que venían llevando a cabo), el Comando México Bárbaro secuestró en Edomex al ex diputado priísta Fernando Castro Suárez. En mayo de 2004, tres detonaciones se produjeron en el Civac de Cuernavaca, Morelos, a nombre del Comando Jaramillista Morelense 23 de Mayo.

Un año después, el Comando Revolucionario del Trabajo México Bárbaro, nuevo nombre del grupo que ejecutó el secuestro, detona cuatro explosivos en sucursales bancarias del Edomex y también a orillas del DF. En el transcurso de ese mismo 2005, el Comando Popular Revolucionario La Patria es Primero ejecuta a José Rubén Robles Catalán en Acapulco; unos meses después hace lo propio con Miguel Angel Mesino Mesino, integrante de la Organización Cam-pesina de la Sierra Sur, organización social a la que pertenecían los 17 campe-sinos masacrados en Aguas Blancas y que en su honor, al año siguiente, hizo su primera presentación el PDPR-EPR, al cual el más reconocido líder de TDR-EP, el comandante ‘José Arturo’, pertenecía. En 8 de octubre del 2005, La Pa-tria es Primero hace una presentación de propaganda armada en una carretera de Guerrero.

A fines de junio de 2006 y a diez años de la presentación eperrista en Aguas Blancas, se conoce el primer ‘Manifiesto a la Nación’, que anuncia, con algu-nas variantes entre los firmantes, la coordinación de todos estos grupos. Pero es necesario remontarse hasta cinco años atrás para encontrar otros elementos que anticipan esta circunstancia. En una entrevista particularmente reveladora realizada con distintos líderes de los grupos escindidos del PDPR-EPR, efectua-da por el entonces periodista de la revista Proceso Julio César López, antici-paban la existencia de dos coordinadoras, una en referencia a la ya existente Coordinadora Guerrillera Nacional José María Morelos —integrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP, que reivindicó los petar-dazos en 2001 en el DF), el Comité Clandestino Revolucionario de los Pobres-Comando Justiciero 28 de Junio y el Ejército Villista Revolucionario del Pue-blo (que al momento de su salida del tronco original formaba parte del PDPR-EPR-TDR)— pero también hicieron referencia sobre la existencia de otra con-junción armada en proceso de consolidación, que en esa ocasión optaron por no dar a conocer. En otra ocasión, el 2 de diciembre de 2002, el Ejército Revo-lucionario del Pueblo Insurgente, primera escisión eperrista y diezmado desde la captura de sus líderes, anunciaba durante un homenaje por un nuevo aniver-sario del profesor Lucio Cabañas Barrientos, que el grupo estaba coordinando y acababa de conformar una nueva instancia de unidad guerrillera con otros grupos provenientes del eperrismo.

En los primeros días de septiembre de este año, TDR-EP, junto a todos los gru-pos que han suscripto su responsabilidad en las recientes detonaciones, realiza otra acción similar, ahora en la carretera Oaxaca-Guelatao, lo que la ha valido la caracterización de “pantomima”, como una “puesta en escena” o “montaje” donde se destaca por sus “uniformes demasiado nuevos” —idénticas a las cali-ficaciones con las que se rotuló la presentación del PDPR-EPR en 1996—. Unos días después, el Comando Magonista de Liberación, a través de un comunica-do, se da a conocer en Oaxaca.

La composición interna de Tendencia se define entonces a partir de que todos los comandos enumerados más arriba forman parte indivisible, aunque con algún grado de autonomía, de su estructura. Pero conviene agregar un nuevo argumento para confirmar con mayor puntualidad que estas explosiones fue-ron largamente anunciadas. A fines de octubre de 2005, mediante su comunica-do número 10, los jaramillistas anunciaron textualmente que “precisando que si alguien tuviese que acudir por extrema necesidad a dichos cajeros, se asegu-re de que en estos, o fuera de estos, no se encuentra ninguna caja con el letrero de: PELIGRO BOMBA (tal y como lo decían los dos últimos artefactos coloca-dos), y en caso de encontrarse con ello, retirarse inmediatamente lo más lejos posible; pues de persistir la ofensiva del poder local y los intentos de reeditar la guerra sucia contra el pueblo morelense y sus organizaciones de izquierda, nuestro Comando Jaramillista Morelense 23 de Mayo seguirá respondiendo indefectiblemente a la provocación de la mafia derechista en el poder.” En dos de los artefactos desmantelados por las fuerzas de seguridad, se han encontra-do idénticos carteles los que, además, han sido mostrados a través de todos los medios de comunicación por funcionarios de los gobiernos federal y de la ciu-dad.

Acerca del Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB), el otro firmante de peso, se conoce públicamente desde noviembre de 2001, fecha de su primer escrito. En la única entrevista concedida por el grupo, aún inédita, señalan que “a mediados del año 2000 adoptamos nuestro nombre y nos organizamos en colectivos para realizar el trabajo político militar que im-pulsábamos. […] Nuestra presencia está en la franja central que une a la Costa del Golfo con la del Pacífico.” En ese lugar aseguran que no son un despren-dimiento del PDPR-EPR, aunque reconocen que algunos de sus miembros for-maron parte de las FARP y salieron de esa organización bajo la denominación Comité de Resistencia Popular Viva Villa, encabezados por el comandante ‘Francisco’. “Sin reconocernos esencialmente como una ruptura de otra orga-nización, recientemente hemos buscado relacionarnos con otras organizacio-nes entre ellas algunas que se formaron después de las rupturas en el EPR”, aseguran. Recientemente, mediante su segundo escrito, el Comité Viva Villa hizo público su ingreso al Lucio Cabañas.

Recién ingresado, ‘Francisco’ se ha convertido, llamativamente, en la cara vi-sible del MRLCB, y con ello se concretó el acercamiento a Tendencia, como se ha puesto de manifiesto en la entrevista ofrecida para algunos medios de co-municación en Guerrero donde aseguran que están impulsando una coordina-ción revolucionaria, pero que cuenta con un claro destinatario: el PDPR-EPR y las siglas desprendidas. ‘Francisco’, junto a ‘José Arturo’ y ‘Vicente’, también de TDR-EP, aseguraron que la lucha armada se plantea hoy más como una ne-cesidad antes que una posibilidad. “Será un deber para las organizaciones ar-madas acompañar este proceso —aseguraron los tres comandantes—; acom-pañarlo haciendo presencia de manera simbólica y material, porque somos parte de esa compleja realidad mexicana; y cuando decimos acompañar, no decimos necesariamente actuar [pero] si la elite en el poder decide hacer uso de la fuerza, entonces será un deber insoslayable hacer oír la crítica de las ar-mas: estamos preparados para replicar una represión sangrienta.”

De las otras organizaciones que conforman estos intentos de coordinación ar-mada, es poco o nada lo que se conoce. Sin embargo, en otra entrevista tam-bién inédita, y la única que existe actualmente, la Brigada de Ajusticiamiento 2 de Diciembre admitió que “fue hasta el año 2000 cuando decidimos adquirir un nombre propio. […] Nuestro proceso fue de muchos años y pasó de luchar por las necesidades vitales, entre ellos la tierra y los servicios básicos, a la lucha política en la cual arribamos al entendimiento de que había que usar todas las formas de lucha y crear una organización político-militar revolucionaria. […] A partir de diciembre del 2005 acordamos que toda acción nuestra será reivin-dicada.”

El llamado a la unidad guarda la intención de procurar un acercamiento con las otras organizaciones salidas del PDPR-EPR, como objetivo principal. Al respecto de esas declaraciones (una suerte de convocatoria a la “unidad de ac-ción” antes que un acuerdo de programas y bases conjuntas) las FARP respon-dieron a ese llamado con una rotunda negativa. A pregunta expresa, subraya-ron: “1.- No podemos tomar en serio el llamado de grupos a los que conside-ramos paramilitares con discurso ‘revolucionario’, grupos en descomposición, que sólo buscan ganarse una legitimidad que el pueblo les ha negado reitera-damente. En Oaxaca, sus actos han servido sólo para justificar la represión del gobierno federal. 2.- Estamos convencidos de que a esos grupos no les interesa fortalecer políticamente el movimiento popular oaxaqueño, sino ‘capitalizar-lo’, es decir, aprovechar de manera oportunista la represión gubernamental en contra de éste para entonces hacerse pasar como ‘héroes’, y en ese sentido han dado sobradas muestras de que lo que les urge es satisfacer su necesidad de reflectores mediáticos. Ya lo hemos dicho en comunicados anteriores: esos grupos son muy proclives a la provocación y a la infiltración.” La caracteriza-ción que los farpistas hacen de Tendencia como grupo paramilitar inicia en agosto de 2004 y se agrava tras la ejecución de Mesino en la Costa Grande de Guerrero.

Por último, otra sigla, de la cual no se ha vuelto a saber de ella, es la Organi-zación Revolucionaria Armada del Pueblo de Oaxaca, que el 2 de octubre pa-sado, una fecha cargada de simbolismo, accionó contra tres sucursales banca-rias en la capital oaxaqueña. Ninguno de los grupos reconoció o desmintió el carácter revolucionario que ha hecho saber a través del único comunicado de-jado en el lugar. Un hecho que ha dejado más dudas que certidumbres.

Exceptuando este último ejemplo, todas las guerrillas habían confirmado e insistido en su vocación política y no militar. Más aún, su actividad se vio re-ducida por largo tiempo a un espacio de denuncia testimonial. Pero esta cir-cunstancia ha ido variando paulatinamente y se ha agravado a partir del 14 de junio y 2 de julio. Estas organizaciones comenzaron a descubrir el tiempo real en el cual transcurren sus políticas —condicionada por sus pugnas internas y una coyuntura que acelera sus tiempos— también sus contradicciones y las respuestas que emanan a partir de esas lógica y dinámica.