Ponencia del PCdeC(ml) en el seminario "Problemas de la Revolución en América Latina"

PONENCIA DEL PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA (M-L)

“La Izquierda en América Latina: Problemas y perspectivas”, Ecuador, 9 al 13 de julio de 2007

El Partido comunista de Colombia (m-l) presenta un fraternal y revolucionario saludo a todas las organizaciones políticas y sociales reunidas en este importante evento internacional y asume las conclusiones y tareas que de el se deriven, que estamos seguros redundaran en beneficio de los procesos revolucionarios que avanzan en nuestra América y el mundo.

Queremos compartir con ustedes aspectos de nuestra visión acerca de la izquierda, que tiene que ver con un aspecto fundamental para la lucha contra el imperialismo y las burguesías locales como lo es el de la Unidad. No particularizamos sobre la izquierda en América Latina, son más bien criterios generales, que igual operan a nivel nacional e internacional.

Los éxitos de las labores de infiltración de la policía política. Los reveses de procesos como el salvadoreño y las desmovilizaciones de los 90s en Colombia. La caída de la construcción socialista en la URSS y la pérdida del poder popular en las democracias populares surgidas entre los años 40s y 60s, son factores que han se han entretejido y forman parte clave en el bajón vivido en el movimiento revolucionario y de masas que lleva varios años superándose y consolidando una tendencia al ascenso de las luchas populares masivas.

Pero este fenómeno del evidente deterioro no debe llevarnos al desgano en el trabajo con las masas influenciadas por los sectores políticos de tradición histórica revolucionaria y con los nuevos agrupamientos políticos que abordan su vida política desde esta visión. Debemos actuar hacia ellos y con ellos con una actitud contraria al desgano. El desgano y la descalificación, o la calificación simplista, están en contra del fortalecimiento del acumulado revolucionario de masas, debemos persistir en la lucha ideológica, sistemática y persuasiva que ha caracterizado nuestro trabajo político con la izquierda, sin entender esta sólo como los partidos o movimientos que así se denominan, sino, ante todo, como una influencia entre las masas de las ideas anticapitalistas y de lucha por el poder popular y el socialismo. Estamos obligados a salir de la contemplación de ese deterioro para continuar dando la lucha ideológica, sistemática y persuasiva para afianzar a las masas que simpatizan con la izquierda, lo cual exige tener presente en qué casos debemos discutir con las direcciones nacionales y/o intermedias, para buscar afianzar principios revolucionarios que hoy tienen en duda o no practican.

En el plano internacional, en el continente existen cambios en la correlación de fuerzas generados por algunos saltos de calidad en la acumulación de la lucha obrera y popular, que rubrican hechos políticos y de masas con especial significado e intensidad en Ecuador, Bolivia y Venezuela, que nos recuerdan la existencia de un eslabón débil de la cadena imperialista en la equina suramericana formada por Venezuela, Ecuador y Colombia.

Nuestro principal esfuerzo internacionalista debe seguir dirigido a contribuir al afianzamiento de nuestros partidos y organizaciones hermanas, al fortalecimiento de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninista y a la conformación de Partidos Revolucionarios de Clase que garanticen el rumbo revolucionario de los procesos revolucionarios de cada país; criterio que también nos obliga a valorar acertadamente los logros populares y el papel de ciertos liderazgos de origen pequeño burgués y de las guías ideológicas que se enfrentan de diferente manera a la teoría revolucionaria del proletariado: el marxismo-leninismo.

Esta visión política se puede cristalizar en medio del impulso al frente antifascista y antiimperialista en América Latina y el trabajo que en esa dirección se adelanta en distintas latitudes.

Hay un claro progreso en la lucha antifascista y antiimperialista de los pueblos y los revolucionarios que debe asumirse sin la tentación triunfalista que lleva a proponer objetivos superiores a las fuerzas y a subvalorar al enemigo que no dudará en afianzar la represión con el terrorismo de Estado. Además, la visión triunfalista lleva a bajar la guardia frente a la segura acción represiva del régimen.

Sigue siendo de la mayor importancia el perfeccionar los análisis de nuestra real correlación de fuerzas en el movimiento político amplio, que no es equivalente a la existente al interior del movimiento sindical y popular organizado, no debemos olvidar que son espacios de organización y de lucha distintos. De avanzar bien en esta tarea depende gran parte del acierto en el diseño de nuestros objetivos.

El bipartidismo oligárquico, de la mano del imperialismo, ha implementado el proceso de fascistización y la aplicación del modelo neoliberal que le ha traído un creciente alejamiento del pueblo y obligado a maniobrar con la creación de nuevos partidos que van más allá de sus tradicionales disidencias tácticas vividas antaño. Los viejos partidos oligárquicos, están en la mayor crisis de su historia.

Asistimos a una recomposición organizativa e ideológica del llamado "mapa político" (o de los partidos) en todos los países del continente con el inesperado apoyo de masas que con instinto de lucha contra el sistema han adherido a lo positivo de sus realizaciones en búsqueda de un instrumento de lucha por el cambio, reflejo de un estado de ánimo más favorable a la lucha política amplia del pueblo.

Esta situación es esencialmente una resultante de un trabajo político de masas en el marco democrático de lucha contra los gobiernos títeres, es un espacio nuevo ganado por la oposición que incluye a las fuerzas revolucionarias en las distintas formas de lucha. Los resultados electorales en algunos países del continente dan cuenta de un fenómeno político de masas que, en general, representa lo nuevo en la correlación de fuerzas, es un asunto de avance ideológico y político hacia la izquierda de un amplio sector popular que ha conocido los proyectos políticos de izquierda y revolucionarios que se difundieron en la campañas políticas

Los resultados electorales son acumulados de la lucha de masas, expresados en la lucha de calles y no sólo en el parlamento. Esto es así muy a pesar de las corrientes reformistas, parlamentaristas y electoreras de inspiración socialdemócrata que, por representar lo viejo al seno del pueblo, se oponen a la unidad popular contra el régimen y se esfuerzan porque la acción y la organización de las masas no avancen hacia las ideas revolucionarias.

Este redibujo en la esfera de las organizaciones políticas se liga con la mayor polarización clasista. La socialdemocracia quiere reducirlo a un tema de partidos por encima de la realidad de las clases y sus intereses o suavizarlo con adjetivos como “avance de la izquierda democrática”.

La lucha armada, como prolongación de la lucha política por otros medios, no cierra espacios al movimiento político de masas abierto y legal. Si bien hoy no es la forma principal de lucha, la insurgencia -en el caso Colombiano- aportó mucho a romper la política de “seguridad democrática” y el Plan Patriota, quiebre que fortalece la lucha política de masas amplia y abierta en función de ser poder, batallas que son el principal blanco del terrorismo de Estado muy a pesar de quienes piensan que se reprime al pueblo solo y principalmente porque un sector del mismo decidió defenderse con las armas de la agresión reaccionaria y piensa en la violencia revolucionaria como única vía al poder.

La Unidad
Como parte de nuestra estrategia y en desarrollo de la política de unidad del Partido, vemos importante trabajar por la unidad del movimiento democrático y revolucionario en sus diversos niveles y formas de organización, y por los acuerdos entre fuerzas políticas, con diversos alcances. Esto puede derivar en la existencia de expresiones y momentos de conducción conjunta a partir de nuestra concepción frentista.

Este campo de dirección compartido de la lucha de masas no niega ni relega el papel de vanguardia del proletariado y del Partido marxista leninista, no puede llevarnos a disolver nuestras fuerzas, ni significa colocar en entredicho la necesidad del socialismo como forma que debe adquirir la sociedad que se inaugura con el triunfo de la revolución.

La alianza obrero-campesina-popular es la fundamental en la presente etapa. Incluimos en ella al proletariado, semiproletariado, campesinado y todos los sectores de las capas medias del campo y la ciudad.

Nuestra visión sobre la unidad del pueblo va más allá de los sectores inscritos en una u otra organización, esto le da amplitud a nuestra práctica unitaria y a las alianzas.

Estamos por forjar un amplio movimiento obrero, popular, gremial, social y regional, que surja desde las bases y que pueda llegar a constituir un frente con alcances tácticos y estratégicos, como confluencia de clases, organizaciones de diversa índole, sectores sociales y masas sin Partido, que luche por objetivos democráticos y antiimperialistas consignados en un programa común y que integre diversas formas de lucha y de organización. Esta concepción del frente se plasmará en diversos niveles de expresión tanto en el combate como en la organización. Los pasos para su estructuración no pueden ser esquemáticos, en tanto sus aspectos esenciales atañen a los lineamientos políticos que deben guiarlo.

La consolidación de la dirección centralizada y unificada del movimiento revolucionario con proyección estratégica, es una condición indispensable para desarrollar el frente, convocar las masas y educarlas en la lucha por las conquistas parciales y por el poder.

El carácter del frente está dado por los objetivos y el programa que enarbola. Admite en su seno representantes de diversas clases y concepciones, así como integrantes de organizaciones diversas, sin que esto pueda contraponerse a las identidades revolucionarias fundamentales.

El proceso de construcción de este frente revolucionario es la forma que va adquiriendo la alianza obrero-campesina-popular. Antes, durante y después de la toma del poder, el trabajo frentista ha de ir acompañado de una constante y multifacética lucha ideológica y política contra las posiciones oportunistas de diverso tipo y por afianzar el pensamiento y la acción revolucionaria.

En el trabajo frentista es clave la articulación de las diversas formas de lucha, de modo que puedan confluir y asumir una perspectiva clara todos los niveles unitarios que hemos trabajado en este período, y se rompan así los compartimientos estancos que no favorecen la unidad revolucionaria y su eficacia.

También en la táctica otorgamos gran importancia a la unidad con los sectores democráticos y antiimperialistas dentro del país e internacionalmente, con énfasis en América Latina. Los factores comunes a los pueblos latinoamericanos y a sus luchas nacional-revolucionarias contra el imperialismo y las burguesías criollas, nos deben llevar a articular aspectos tácticos y estratégicos, y a buscar un planteamiento sobre el concepto de nación latinoamericana, que le salga al paso a la mayor intervención y agresión yanqui, así como a las distorsiones burguesas de corte patriotero.

El Partido es abanderado y decidido luchador por la unidad para el combate de las masas y sus organizaciones. La unidad se va construyendo por la base y al calor de la lucha y es necesario cuidarla celosamente a cada paso; también exige al Partido ganar la dirección del movimiento con la ayuda de líderes capaces y honestos, guiados por concepciones y directrices políticas correctas

Existe una lucha política e ideológica entre partidos y movimientos políticos y el Partido del Proletariado debe sostener una guerra sin tregua que derrote las tesis y prácticas reaccionarias, ellas incluyen las de los oportunistas de todas las vertientes.

En esas luchas ideo-políticas vamos más allá de identificar nombres de partidos o jefes, los cuales pueden cambiar pero perduran las tesis y las practicas contrarrevolucionarias.

Nos esforzamos por ubicar acertadamente los temas, casos, momentos y blanco a golpear, batallando por lograr que de esas luchas resulte un mayor nivel de unidad de las masas y sus organizaciones para hacer más contundente el combate al enemigo de clase.

Finalmente, reiteramos que las realidades cambiantes hacen inaplazable que modifiquemos conductas e iniciativas, rompiendo con el esquema viejo para definir las "fuerzas de izquierda", y tomar la iniciativa partiendo de privilegiar el trabajo con las fuerzas y corrientes que más afinidades presentan con nuestra política en cada espacio de trabajo o frente político o de masas, sin perder de vista su origen político pero no colocándolo al centro para tomar decisiones y llegar a definiciones políticas, pues debemos poner el énfasis en el análisis de dónde están hoy y hacia dónde dirigen su accionar político.

En medio de esta situación se mantiene el gran valor ético de persistir en la lucha, el no arriar las banderas de la revolución social es un acumulado, así se defiendan desde diferentes ópticas. Este es un gran triunfo de los revolucionarios obreros y de todos los pueblos.

Fraternalmente,
Partido Comunista de Colombia (m-l)

Colombia, julio de 2007