El ridículo electoral

EL RIDICULO ELECTORAL

Lo ridículo estuvo siempre presente en la última campaña electoral. Difícil tarea establecer quién es el que se lleva el premio “culto a la estupidez”. Quizá Noboa con sus discursos y actitudes de un individuo carente de racionalidad política y con un perfil intelectual tremendamente limitado. Al final el dinero –en nuestro medio- “le provee” de aquello que carece.

No pasó desapercibido el “tren” de AVC. Bueno, era un tren que verdaderamente era un carro alegórico de donde salía humo que simulaba ser el tren. Claro, tenía el pito y todo, es decir, un falso tren, tan falso como el comportamiento del miserable de Cuvi y sus falsos consortes alfaristas.

Hubo quienes salían a la calle con planchas. ¡Si! ¡Por más ridículo que parezca!, planchas, de aquellas que utilizamos para planchar la ropa. La “genial idea”, inducir a los electores a “votar el plancha”.

Y es que las cosas no quedan ahí. Ojo. Uno de los campeones del ridículo fue un nuevo candidato que tenía una prótesis. Mudos, locos nos dejó cuando ante las cámaras de televisión daba rienda a su “increíble generosidad” cuando se sacó su brazo (prótesis) y se la regaló a otro discapacitado al que le faltaba también el brazo. “Yo doy lo que sirve”, desde luego, a cambio del voto. Poco más y este mangajo nos hace llorar.

Pero el colmo de los colmos, y que no entra en la disputa al “mejor” o será “peor” ridículo porque no se aceptan profesionales, es el de Mauricio Montesdeoca Martinelli, delincuente criminal, informante y colaborador de la policía, paramilitar, candidato por un movimiento “alfarista” (para variar) en la provincia de Manabí, acusado de decenas de asesinatos, entrenado en los EEUU y Colombia, tratando de hacer honor a su “alias” “El Justiciero”, se paseaba por toda la provincia con un pañuelo que le cubría la cara simulando a uno de esos personajes televisivos de Hollywood de los años 60´ y 70´: “El justiciero enmascarado”, etc..

Cuando en una radio entrevistaron a este oscuro colaborador de la policía manifestó que de ganar un puesto en la Asamblea, él estaba dispuesto a mantener cubierto su rostro hasta que se elabore una Constitución que garantice la “Justicia” en el país. Desde luego, la justicia a entender de este criminal es aquella que conlleva el aniquilamiento o asesinato de todos quienes atenten contra la propiedad privada de la gran burguesía. Además de asesino y carroñero, ridículo.

Y así una serie de ridículos que deambulaban entre la mala payasada al discurso hueco que ofrecía trabajo, prestamos a bajo interés, en fin, una verborrea que nada tenía que ver con el propósito de la Asamblea.

Pero hay una mención honorífica al ridículo de la campaña electoral, esa se la entregamos a la izquierda oportunista del Ecuador, que no solo engañó una vez más a nuestro pueblo con aquel discurso de que esta nueva “gesta” electoral nos aproximaba a la liberación, sino que ya estamos empezando a creen que estos imbéciles y ridículos verdaderamente creen aquello que profesan. Para ellos, la mención de honor al ridículo.