Tiempos electoreros y la opción de protestar

TIEMPOS ELECTOREROS Y LA OPCION DE PROTESTAR

La Izquierda: Inclusión al Conglomerado Neoliberal o
la Construcción de la Fuerza Popular Alternativa

El Manifiesto Comunista estableció como táctica de la confrontación política hace ya 160 años, que los revolucionarios “...luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera, pero, al mismo tiempo, defienden también, el porvenir de este movimiento.”

¡¡Cuanta validez tienen estas palabras hoy en día!!, en que la perturbación económica, social y política del modelo “neoliberal” pone a la izquierda ante la disyuntiva de ceder a las tentaciones corto placistas y electoralistas, o bien concentrarse en la organización independiente del pueblo en lucha, un proceso con horizonte amplio que permita dar una salida popular a las contradicciones que se acumulan en este momento histórico.

El bloque de gobierno acrecienta la crisis de su gestión en la medida que se agudiza la crisis económica nacional y mundialmente. Y si los niveles de inestabilidad no son mayores, es porque los sectores populares aun no actúan políticamente, agrupados y coordinados en todo el país. Los actuales conflictos y luchas sociales serán el catalizador de este proceso organizativo en la medida que se fortalezcan también las organizaciones y alternativas revolucionarias que trabajen en esta perspectiva, el futuro de la lucha de clases en Chile esta abierto y aún no hay nada decidido.

El mal educado lucro y otras luchas

La forma en que el gobierno viene enfrentando los conflictos sociales es parte de la crisis de la Concertación. La imagen del Parlamento rodeado por un perímetro de cientos de carabineros que mantuvieron un cerco de hierro mientras se aprobaba la nueva Ley General de Educación LGE, poniendo a raya a los estudiantes y profesores que fueron excluidos totalmente del debate, es una síntesis de cómo hoy este gobierno, y en general el modelo, asume su gestión política y económica en el marco de lo impopular que es.

Un tema de fondo para nuestra sociedad como es el derecho a la educación, se resolvió de espaldas a la misma; la lógica del mercado seguirá rigiendo el modelo educacional chileno, según el cual básicamente quien tiene dinero accede a un derecho o servicio de “calidad”. A eso nos oponemos los rodriguistas cuando rechazamos el lucro en la educación, de priorizar el acceso a una educación digna para todos por sobre la posibilidad de acumular ganancias. Ese es el tema de fondo, no el dogma de la “libertad de enseñanza”, la “libertad individual”, de “emprendimiento”, u otra de esas consignas huecas y abstractas que el bloque en el poder -derecha y concertación- impone para esconder su fin último: que una minoría se enriquezca a través de una necesita social, y acumule a toda costa la mayor cantidad de capital posible (los sostenedores y las empresas de la educación).

La lucha contra la Ley General de Educación LGE no termina con su aprobación en el parlamento, la lucha principal tiene que ser llevada fuera de los espacios institucionales; ser una bandera y un conflicto de toda la sociedad, ya que sabemos que la solución real para lograr una educación para todos va de la mano con la derrota del modelo en su conjunto, el cual es la base de la crisis educacional chilena.

Por eso decíamos arriba que luchas como las que llevan a cabo los estudiantes deben entenderse como un medio para levantar el instrumento organizativo de dicho sector, que apunte contra el sistema en su totalidad, de lo contrario las luchas quedaran reducidas a episodios o “escaramuzas” contingentes, donde pueden haber derrotas o victorias parciales, pero que a largo plazo la iniciativa seguirá en manos de los poderosos o de los sectores reformistas que solo buscan utilizar la lucha social con fines auto referentes y electoreros.

Este mismo criterio es valido para el resto de las luchas sociales, el modelo en su agotamiento hace pagar el costo a los más pobres, ya que mientras la CUT negocia y cede un indigno reajuste del salario mínimo de 10.4 %, el sector financiero y las sociedades anónimas acumulan enormes ganancias en estos años, gracias por ejemplo al mecanismo de la UF (Unidad de Fomento), que favorece las transacciones de capital financiero mientras los salarios siguen prácticamente congelados.

Según estudios las utilidades de las instituciones financieras muestran una enorme tendencia al alza entre 1990 y 2007, con un aumento de más de 500% en el período!, y estas parecieran encontrarse por el momento aisladas de las variaciones en el nivel de actividad económica, de manera que las caídas en el crecimiento del PIB no se reflejan en descensos similares en las utilidades de estas instituciones

El crecimiento, fetiche del modelo, se estancó en junio-julio en un 2,1%. Por ello algunos economistas plantean un escenario de estanflación, donde el estancamiento se superpone a la inflación.

Como todos sabemos de una u otra manera, la mayoría de los chilenos se endeuda para llegar a fin de mes, solo el 20 % de la población tiene capacidad de ahorro. Aproximadamente el 30 % de los asalariados del país recibe el sueldo mínimo como renta mensual mientras el kilo de pan o de arroz cuesta 1.000 pesos.

Recientemente el Banco Central subió la tasa de interés bancaria en un intento por controlar la inflación suponiendo que esta medida frena el endeudamiento y el consumo a la vez que incentiva el ahorro, pero a la larga esto solo encarece la vida, mientras que los salarios siguen básicamente estancados y sencillamente no alcanzan, situación que no se arregla con el bono de 20.000 pesos para las familias más pobres que otorgó el gobierno, entre sus miles de intentos por tapar el sol con un dedo.

Ante este panorama complejo el gobierno aparece delegando toda la responsabilidad en la crisis mundial (como si esa situación de dependencia no hubiera sido potenciada por los mismos tecnócratas gubernamentales), y recomendando “apretar los dientes”, la brillante solución que La Moneda propone a los millones de chilenos.

La reciente muerte del diputado Juan Bustos, quien más allá de las grandes diferencias políticas con él y su partido, representaba al menos una lucha tenaz y ética por hacer justicia en los casos de violaciones a los derechos humanos de la dictadura militar, es simbólicamente la muerte también de esa fracción de la Concertación que intentó mostrarse cercana al pueblo, pero con un proyecto de sociedad que no hizo mas que alejarla, dejando una estela de desigualdad en la sociedad, y de corrupción y clientelismo en su seno. Un símbolo de esto lo refleja la caricaturesca decisión del Partido Socialista (PS) de optar como reemplazante de Juan Bustos en el parlamento por el Secretario General del PS Marcelo Schilling, responsable de la represión, tortura y asesinatos de luchadores populares al comienzo de la década del noventa, y métodos como la delación compensada y los montajes para acabar con las organizaciones revolucionarias, con las cuales tiene importantes deudas que saldar.

Mucho circo pero poco pan

A fines de julio se inscribieron en un grotesco espectáculo las candidaturas a concejales y alcaldes para las elecciones del 26 de octubre este año, y como si fueran parte de un universo paralelo, los intereses y disputas de los partidos y coaliciones están muy alejados de la realidad social, en un mundo concentrado en si mismo, pero proclamando representar a todos los chilenos.

No obstante ello, lo que es común a casi todos es el afán de capitalizar electoralmente la actual contingencia económica y social, ya sea para encauzar el descontento, o bien para mantener o ganar posiciones de más privilegio dentro de cada coalición o de la institucionalidad en general.

Estas elecciones representan también la decantación de las nuevas correlaciones y expresiones de la política tradicional, principalmente la aparición de corrientes y maniobras disidentes al interior de la Concertación, que han generado rupturas importantes como las ocurridas en la DC y el PPD.

Situación similar se aprecia en los sectores reformistas y electoralistas de la izquierda, que ha significado la pugna entre los miembros del desaparecido Juntos Podemos: por un lado el PC, la Izquierda Cristiana y el Partido Humanista, que en una espectacular voltereta en el caso de este último, terminaron rompiendo las propias bases fundacionales de su alianza, haciendo un “pacto por sumisión” con la Concertación en 25 comunas, 17 a favor del conglomerado oficialista, entre ellas La Florida y Maipú, y ocho a favor del PC.

Para el presidente del PC, con este pacto “...comienza la lucha por terminar con la exclusión y comenzar a hacer valer los equilibrios en el país". En realidad lo que se está haciendo es fortalecer o prolongar la gestión concertacionista, mediante un acuerdo que seguramente seguirá profundizándose para las próximas elecciones parlamentarias, ya que a medida que la crisis económica sigue desarrollándose, y ante el peligro de perder la gestión de este jugoso botín que es el aparato del Estado, más necesario será para el bloque gobiernista cooptar e “incluir” a la izquierda reformista en la institucionalidad para salvarse del precipicio.

Se trata este de un típico pacto o colaboración entre tiburones y sardinas, o dicho de una manera más clásica, dar un paso adelante y dos atrás, en los cuales el reformismo otra vez termina subordinándose al juego electoral de los poderosos, optando por una política de corto plazo que no considera la perspectiva estratégica de construir una fuerza popular independiente y clasista por el cambio social.

Por otra parte están aquellas organizaciones como el MPMR y el PC-AP, que sin abandonar la estrategia electoralista del Podemos original buscaban una opción más independiente, con la idea de “acumular fuerzas” desde dentro del sistema, una especie de reformismo más “crítico”, sector que luego de esta ruptura quedó marginado y aislado, al perder el paraguas legal y electoral que les daban sus ex socios del Podemos.

La opción de largo alcance del campo popular

La crítica tiene que comparar y contrastar un hecho no con la idea, sino con otro hecho, por eso es que reiteramos que el gran desafío de los revolucionarios es construir fuerza social no al calor de las campañas electorales sino de la lucha por las demandas populares, en donde la agitación, la organización y la educación popular son parte fundamental de la estrategia del periodo, que entiende las luchas contingentes como parte de la construcción de organización en el seno de cada sector social, levantando instrumentos organizativos con alcance nacional, clasistas, independientes del Estado y sus mecanismos, y con proyección en el tiempo, como una “onda larga” que es capaz de desequilibrar al sistema en todos sus aspectos y mecanismos coercitivos.

En este empeño estamos abocados varias organizaciones, que con diversos matices tácticos, dificultades y desniveles organizativos hemos comenzado a coordinarnos y unirnos en acciones que incidan en la actual coyuntura. El punto central es que por muy profunda que llegue a ser la crisis económica y las contradicciones sociales que esta genera, será solamente la acción política decidida de los trabajadores y el pueblo la que permitirá avanzar en la transformación de las condiciones de vida y estructurales que este país va requiriendo cada vez con más urgencia, y no el deposito mal habido de la esperanza en una clase política que está dispuesta a morder el polvo en defensa de sus mezquinos intereses.

Esta línea tiene hoy expresiones palpables y visibles en la Coordinadora Nacional de Estudiantes Populares CNEP contra la educación mercantil, la Coordinadora Sindical Clasista que lucha por un sindicalismo consecuente, y la Coordinadora por la Protesta Popular que ha sido protagonista de varias convocatorias de repudio al sistema el 2007 y principio de este año 2008 (Protesta Popular del 28 y 29 de marzo). Justamente sobre estos principios de coordinación sectorial se viene abriendo paso una convergencia central y de mayor aliento, que busca construir en la lucha una alternativa política popular y revolucionaria ante el actual sistema capitalista.

Ahora que el ambiente electoral comienza a instalarse masivamente, nuestra opción, nuestro “voto” es por expresar el descontento con la situación económica y social y con la llamada clase política, manifestar que hay otra opción aparte de las estrechas urnas, por lo cual estamos abocados a unir el descontento desde la base social, convertirlo en movilización y organización a escala local y nacional, realizando una gran movilización o expresión de protesta el 23 de octubre, a tres días de las elecciones municipales, que sea otro jarrazo en la cara de este sistema y sus gestores o aspirantes a gestores.

Debiera ser esta una manifestación potenciada desde los territorios o localidades, expresión de un quehacer concreto de coordinación y de defensa de las demandas populares, una superación de los tradicionales llamados al voto nulo, blanco o la abstención, que siendo legítimos y validos también como manifestación conciente de rechazo al sistema, han quedado reducidos mas bien a posiciones pasivas y hasta electoralistas, que en esta etapa no son suficientes si no van acompañados de la acción concreta y directa del pueblo, como una forma concreta de boicot a la clase política y sus intentos de superar la actual crisis del modelo mediante la pasividad o institucionalización de los conflictos.

Manifestamos entonces nuestro respaldo a la protesta popular del 23 de octubre, y el rechazo al sistema que el 26 los sectores concientes ejercerán votando nulo, en blanco o absteniéndose. Esta es una convocatoria abierta a que todos y todas podamos expresar nuestro repudio a la clase política, no votemos por ellos, botémoslos!!

Para nosotros esto no sólo es la posición frente a una contingencia, es la expresión de un proyecto y de una concepción ética y revolucionaria de la política, sobre todo en este año 2008, y en octubre, el mismo mes de las elecciones, que conmemoramos los 20 años de la caída en combate de Raúl Pellegrín y Cecilia Magni, “Rodrigo” y “Tamara”, que justamente dieron su vida para impedir la perpetuación de este sistema que una vez más busca su legitimación en las urnas, tal y como ocurriera en 1988.

Es un momento de definiciones: o le seguimos dando oxigeno a este sistema decadente para que nos incluya, o seguimos organizando una fuerza propia que permita los cambios radicales y de fondo que nuestro pueblo merece después de décadas de injusticia. Vota Protesta…Botémoslos a todos!!! Este sistema es un fracaso, es hora de cambiarlo…esa será la consigna.

Agosto, 2008