Roberto Isauro Becerra Alvarado: Trazos sobre su vida revolucionaria

ROBERTO ISAURO BECERRA ALVARADO: TRAZOS SOBRE SU VIDA REVOLUCIONARIA

Por Héctor Longino Becerra

Roberto Isauro Becerra Alvarado, mi padre, nació el 2 de diciembre de 1928 en el municipio de El Rosario, departamento de Copán, casado con Gertrudis Lanza González con quien procrearon seis hijos, José Eduardo, Héctor Longino, María del Rosario, Rebeca Ethel, Nora Liz y Roberto Isauro Becerra Lanza; fueron sus padres Víctor Longino Becerra Valdéz originario de León, Guanajuato, México, acompañó a mi bisabuelo Jorge Abraham Becerra en el duro trabajo de la minería como barrenador desde muy corta edad, trabajo que lo realizó durante ocho años. En el año de 1910 se involucra en la revolución mexicana para derrocar al dictador Porfirio Díaz, enlistándose en las filas del General Francisco Villa como soldado de cuadra y ayudante de herrero del ejército de caballería, posteriormente pasa a formar parte de la oficialidad íntima del General Villa reconocida con el nombre de “Los Dorados de Villa”, en esta posición alcanzó el grado de Subteniente. Posteriormente fue un heroico milite durante la rebelión popular guatemalteca que derrocó al presidente y dictador de Guatemala Manuel Estrada Cabrera en el mes de abril del año de 1920. Comandando un grupo armado junto a Juan José Arévalo se toman la finca Las Palmas, capturando a Estrada Cabrera junto al poeta José Santos Chocano, por este heroico acto mi abuelo recibe el grado de Mayor del ejército guatemalteco. Llega a Honduras y se involucra en las luchas revolucionarias junto a los Generales Gregorio Ferrera y Justo Umaña participando en diversas batallas como la batalla de Las Vueltas.

La madre de Roberto Becerra fue la señora Sofía Alvarado Tábora de origen hondureño, hija menor del señor Santos Alvarado Dubón uno de los personajes más afamados y potentados, en aquella época, del departamento de Copán; Santos Alvarado Dubón, mi bisabuelo, era un ferviente nacionalista y apoyaba la causa, que enarbolaba este partido político, mediante aportes económicos de gran cuantía ya que era cultivador de tabaco y encabezaba una importante fábrica de puros, contribución que hacía efectiva al General Tiburcio Carías Andino. Santos Alvarado para educar a sus hijas mandó a traer de Estados Unidos una institutriz llamada Laura Nelsson. Mi abuela era una señorita que hablaba inglés, tocaba el piano y el armonio.

Mi padre vivió parte de su infancia rodeado de todo lujo y comodidad, pues cuando mis abuelos contrajeron nupcias en el año de 1924 mi bisabuelo Santos Alvarado heredó a mi abuela Sofía una hacienda de 50 caballerías de tierra con pasturas para ganado; 4 manzanas de caña sembrada, un trapiche para moler caña y hacer dulce, dos yuntas jóvenes de bueyes para arar la tierra y mover el trapiche; 5 manzanas de finca sembradas de toda clase de plátanos, frutas y verduras, 8 mulas nuevas de carga y 4 caballos de montar; 60 cabezas de ganado vacuno de ordeño; 2 sementales de raza; una casa de 4 corredores, cocina, bodega para leña y 6 cuartos, una amplia sala donde mi abuela colocó una tienda; amplios corrales para la crianza de cerdos y graneros para el almacenamiento de las cosechas de granos y dulce de panela.

Siendo mi abuelo, Víctor Longino Becerra, un revolucionario por convicción, no tardó mucho en inmiscuirse en las fieras batallas que protagonizaban los nacionalistas y los liberales; mi abuelo, por los principios revolucionarios que sustentaba e inspirado siempre en su fe evangélica cristiana optó por enrolarse inicialmente en el ejército que comandaba el General Gregorio Ferrera quién combatía contra las fuerzas conservadoras dirigidas por Vicente Tosta y el también General Tiburcio Carias Andino. Esta determinación de mi abuelo causó ira y repudio en Santos Alvarado, su suegro, quién sin contemplación alguna dio órdenes a sus seguidores para que capturaran y fusilaran a Víctor Becerra donde lo encontrarán, esta disposición radical de Santos Alvarado puso en la mira de los fusiles conservadores, la humanidad de Víctor Becerra, además, fue el detonante para que mis abuelos, Víctor y Sofía, tomaran la dura decisión de abandonar sus tierras y junto a sus cuatro primeros hijos, Jorge, Moisés, Roberto y Longino Becerra Alvarado trasladarse, un 3 de mayo de 1933, a vivir en la Montaña de Bañaderos en la Sierra de El Merendón dejando abandonada la hacienda a quien el abuelo la denominó con el nombre Pájaros de Piedras Negras y todas sus comodidades y sus esperanzas. De la Montaña de Bañaderos en la Sierra del Merendón, mi ascendencia pasó a vivir a la aldea de El Marañón, luego a la Aldea de El Chorizo en Chamelecón, posteriormente a la ciudad de San Pedro Sula, después al municipio de La Lima y por último de nuevo a la ciudad de San Pedro Sula.

De 1936 a 1941 mi padre, Roberto Becerra Alvarado, cursa sus estudios primarios en la Escuela Pedro Nufio de la ciudad de San Pedro Sula y fue hasta 1960 cuando pudo, con mucho esfuerzo y dedicación, obtener su título de Bachiller en Ciencias y Letras.

En el año de 1951 la United Fruit Company despidió miles de trabajadores sin reconocerles ningún derecho social, una de las personas cesanteadas fue mi padre; para este mismo año decide aventurase en otras tierras y se lanza a la búsqueda de nuevas oportunidades en México y toda Centroamérica, con tan mala suerte que después de vivir por un tiempo en Guatemala y haber conocido y participado en parte del proceso revolucionario que llevaba a cabo el Presiente Jacobo Arbenz Guzmán, regresa derrotado a Honduras, a finales del año de 1953, porque las realidades económicas y sociales de estos pueblos eran similares a las de nuestro país. En 1954 toma parte en el movimiento estudiantil de San Pedro Sula cuyo objetivo era impulsar una operación de solidaridad con el gobierno central que defendía el problema limítrofe-fronterizo entre Honduras y Nicaragua, en esta oportunidad y por disposición de la asamblea general de estudiantes celebrada en el Colegio “José Trinidad Reyes” mi padre fue nombrado presidente estudiantil de éste movimiento de solidaridad patriótica.

En el mismo año de 1954, Roberto Becerra, se incorpora de lleno a la huelga general de los trabajadores de la costa norte de Honduras y por órdenes directas de Cesar Augusto Coto, líder de la huelga, se le asigna la difícil tarea, con la ayuda de 60 compañeros, de tomarse los centros de trabajo de la ciudad de La Lima en el departamento de Cortés. Por esta acción de valentía, mi padre estuvo varios días detenido por instrucciones del triste mente celebre Guayo Galeano.

Por otra parte, el espíritu rebelde de mi padre, heredado de mi abuelo Víctor Longino, lo lleva a involucrarse en el movimiento armado del cura Ildefonso Orellana y su segundo al mando Miguel Yanez con quienes toma parte en el asalto a Villanueva y Cofradia. Luego por razones de seguridad se refugian por cuatro meses en las montañas del Lago de Yojoa.

Llega a Tegucigalpa con la ilusión de estudiar medicina:

“…llegué a Tegucigalpa con las aspiraciones necesarias para estudiar medicina, me fue imposible hacerlo por falta de un trabajo, sin embargo, hice el examen de admisión y lo aprobé, pero en esta época el cupo para estudiantes de medicina era solamente para 14 aspirantes por lo que fui rechazado, no obstante, me di cuenta que las cupos para estudiar estaban ya distribuidos entre los hijos de los políticos, de los militares y los grandes hombres de negocios, el golpe que recibí no me hizo retroceder en mis aspiraciones de superación… Inmediatamente después de que me negaron la oportunidad de estudiar en la Escuela de Medicina por falta de apoyo político y económico me matriculé en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales.”

Mi padre se identificó con los ideales del Frente de Reforma Universitaria (FRU). En 1961 junto a 30 compañeros más viaja a la República de Cuba para continuar sus estudios universitarios, sin embargo el curso de la revolución cubana le marca otro destino y junto a 15 compañeros deciden entrenarse militarmente y fundar el Movimiento Revolucionario Francisco Morazán, grupo guerrillero que se volvió protagonista, en la década de los años sesenta, de las luchas políticas y populares que tenían como propósito reivindicar un sistema más justo y humano.

En 1965 un grupo de militares y agentes de investigación asalta la casa de mi abuelo Víctor Longino Becerra en la ciudad de San Pedro Sula, quien fue agredido y decomisado todos sus escritos, partes de guerra y otros documentos históricos de gran valía; Roberto Becerra es capturado y llevado preso, estuvo un año como desparecido político tiempo durante el cual le aplicaron toda clase de torturas; luego mediante las gestiones de algunos amigos y familiares, las autoridades lo presentaron públicamente, pero lo dejaron preso por un año más hasta lograr su libertad en el año de 1967.

En 1969, y ante el conflicto bélico entre Honduras y la República de El Salvador mi padre al igual que otros hondureños se enrola como voluntario en el ejército, prestando sus servicios a la patria como enfermero de guerra al lado del doctor Julio Batres, pero además por su experiencia en el uso de las armas, se vio involucrado en los enfrentamientos contra el ejercito salvadoreño que pretendía apoderarse de la zona occidental del país.

En noviembre de 1982 después del secuestro y desaparición forzosa, por parte de escuadrones de la muerte, de mi hermano Eduardo Becerra Lanza, mi padre funda a petición del doctor Ramón Custodio y Zenayda Velásquez, quienes convocan, y junto a otras familias, el Comité de Familiares de Detenidos y Desaparecidos en Honduras COFADEH. En la década de los años ochenta nuestra familia se vuelve uno de los objetivos políticos y militares más asediados de los escuadrones de la muerte organizados por el General Gustavo Álvarez Martínez y entrenados por asesores argentinos y la CIA bajo el consentimiento del Gobierno Liberal de Roberto Suazo Córdoba, tan cierto es, que cuando mi padre se disponía a abordar un vuelo de la ciudad de México hacia los Estados Unidos de America, después de participar, dictando una conferencia, en el congreso de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos FEDEFAM, en una operación de la CIA se le intercambia el pasaporte en la recepción de la línea área por lo que tuvo que regresar a Honduras con salvoconducto. En 1984 mis padres demandan judicialmente a los militares involucrados en los actos de Lesa Humanidad, General Gustavo Álvarez Martínez, Coronel Alexander Hernández Santos, Daniel Balí Castillo, Juan Blas Salazar y otros sicarios; como ellos estaban en el poder, a pesar del derrocamiento de Álvarez Martínez, el juicio fue sobreseído por razones totalmente irrisorias y viciadas.

Roberto Becerra fue militante de la Alianza Liberal del Pueblo ALIPO y del Movimiento Liberal Revolucionario M-Lider, por consiguiente miembro activo del Partido Liberal de Honduras. Su pensamiento político militar estaba enmarcado en el pensamiento, social, humanitario y solidario de Ernesto Che Guevara y en su estrategia militar de la lucha armada, mi padre se entrevistó con él en La Habana en varias oportunidades a petición del mismo comandante Guevara.

“Cascabel” como le apodaban a mi padre en los campos bananeros, o “el viejo” en la ciudad de Tegucigalpa, fue un hombre dedicado a combatir la desdicha del obrero y el campesino, terco en luchar contra la miseria, la injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida por los hondureños y las hondureñas. Todavía los trabajadores y trabajadoras, recuerdan el momento en el que, Roberto Becerra, les tendió su mano amiga.

Roberto Becerra fallece en el Instituto Hondureño de Seguridad Social del barrio la Granja de la Ciudad de Comayagüela el 2 de junio del año 2002 a la edad de 74 años; no fueron las razones oscurantistas, conservadoras y serviles que lo derrotaron, fue el séptimo infarto de miocardio, así consta en su expediente médico.