Aniversario del triunfo del Cenepa y del fracaso diplomático

ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DEL CENEPA Y DEL FRACASO DIPLOMÁTICO

El Ecuador conmemoró en estos días los 15 años de la histórica victoria de la guerra del Cenepa, ocurrida entre el 25 de enero y el 1 de marzo de 1995, cuando nuestros valientes soldados ecuatorianos repelieron la agresión militar del Perú en el valle del Alto Cenepa, en la cordillera del Cóndor.

Gracias a las hazañas de nuestros valerosos soldados salidos del pueblo, que supieron defender eficazmente los puestos de Tiwintza, Base Sur, Cóndor Mirador, Cueva de los Tayos, Coangos, Etza y otras posiciones ecuatorianas; pero fundamentalmente, fue la participación de nuestro pueblo con su apoyo y solidaridad, dejando a un lado el insidioso regionalismo que nos ha impuesto la oligarquía costeña y serrana, pudo invocar el patriotismo como arma dejada por nuestros antepasados y expresar la férrea conciencia de unidad nacional frente al interés común de defensa de la integridad territorial, lo que al fin consagró el triunfo militar.

Pero ese fervor cívico que generó el triunfo de la guerra del Cenepa, se echó al tarro de la basura en las negociaciones llevadas a cabo desde que el 17 de febrero de 1995, con la firma de la Declaración de Paz de Itamaraty, por parte de la diplomacia ecuatoriana que como lacayos del imperialismo y la derecha, fueron impelidos por las decisiones de los países garantes (Brasil, Chile, Argentina y EEUU), que al final consiguieron que nos allanáramos a las propuestas ajenas a nuestra soberanía, vale decir, a la propuesta que venía de EEUU.

El interés de los países garantes estaba regida a los lineamientos del siempre objetado Protocolo de Río de Janeiro de 1942, limitándonos a presentar nuestras tibias propuestas, sin permitirnos llevar nuestro problema de limites a la Corte de la Haya o a otras instancias.

El revés de la victoria del Cenepa se consumó en Brasilia el 26 de octubre de 1998, cuando por orden del traidor y entreguista Jamil Mahuad se firmó el malogrado “Tratado de Paz” con el entonces presidente de Perú, Alberto Fujimori que sin hacer referencia a la demarcación del espacio marítimo que aún está pendiente, aplicó irrestrictamente la delimitación del Protocolo de Río de Janeiro con la demarcación de la cordillera del Cóndor como límite, la concesión a Ecuador de navegar por el río Amazonas, y que nos quedáramos únicamente con el destacamento de Tiwintza hecho cementerio de 1 km. cuadrado, sin soberanía porque está dentro del territorio peruano. Además, se ofreció ayuda financiera para propiciar el comercio y la integración, el desarrollo económico y fronterizo.

Con este conflicto armado el Imperialismo se salió con las suyas, porque hay que saber que la política exterior de los EEUU a finales de siglo XX, tenía una orientación estratégica que priorizaba la seguridad y la capacidad militar para contener la amenaza de la izquierda que amenazaba los gobiernos burgueses, dirigida supuestamente a “consolidar la democracia” para viabilizar los Tratados de Libre Comercio.

En este ambiente que privilegiaba el flujo comercial y la integración económica a favor del imperialismo, hizo que se atizara el conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú y que apareciera la guerra en el 95, (no hay que olvidar la inestabilidad política e impopularidad de los gobiernos de Fujimori y Sixto) porque el distanciamiento entre nuestros dos países se convertía en un obstáculo para los objetivos de EEUU.

En este contexto de guerra provocada se abrió las puertas a la negociación diplomática y se produjeron presiones para que el conflicto fuera solucionado en nuestro perjuicio y a favor de los EEUU. A partir del 98 las agendas de seguridad del Ecuador y Perú que antes estaban centradas en sus conflictos limítrofes, cambiaron de prioridades para concentrarse en temas de libre comercio e integración y de lucha contra “el enemigo interno” como se le llama a la insurgencia popular, todo al capricho de los EEUU.

15 años después, sigue igual la historia de atraso y dependencia de nuestros dos pueblos hermanos. Y el cumplimiento de los acuerdos y compromisos asumidos en el Tratado de Paz de Itamaraty han quedado en el olvido, porque los proyectos de desarrollo y los planes binacionales que se ofrecieron han sido letra muerta.

Desde el corazón del pueblo.

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