Reconstrucción del Movimiento Popular, Desde una Perspectiva Revolucionaria

Reconstrucción del Movimiento Popular, Desde una Perspectiva Revolucionaria

"Sin teoría revolucionaria, no hay Movimiento revolucionario" (Lenin)

Hoy, cuando estamos planteando una discusión necesaria, seria y abierta sobre la reconstrucción del movimiento popular en nuestro país y en la región, debemos considerar elementos, que a nuestro juicio, son esenciales al momento de llevar a cabo una comprensión de los procesos históricos vividos por nuestra sociedad.

La mala práctica de no haber abordado estos elementos con la suficiente claridad, cientificidad y profundidad, en el pasado cercano, ha provocado una dispersión y atomización de las fuerzas revolucionarias.

Sin embargo, nuestra reflexión nos ha conducido a una nueva fortaleza y maduración.

De acuerdo a lo anterior, pensamos que el movimiento revolucionario popular chileno, no puede ser reconstruido sobre premisas desideologizadas, porque fácilmente se logra caer en desviaciones reformistas, confusas y desordenadas. No es nuestro propósito criticar estas posiciones, sino que, nuestro objetivo es, clarificar nuestro propio planteamiento ideológico y político.

Considerándonos parte del movimiento popular, recibimos y asumimos el legado del gran debate ideológico vivido a mediados del siglo pasado en nuestro país, que dio como síntesis la aparición del MIR y actualmente a variados grupos de origen mirista que, quiéranlo o no, son el sostén político de la gran mayoría de los intentos de reconstrucción y articulación popular del movimiento social, desde la base.

Reconociendo claramente que dichos sectores populares, son el producto histórico del conjunto de relaciones sociales de producción capitalista-imperialista, lo que significa que han sido permeados y tienden a reproducir los valores, hábitos e ideología burguesa, por lo que existe una explotación ajena a su voluntad, que se manifiesta, por cierto, en las formas de conciencia (que hoy se advierte poco comprometida con los planteamientos revolucionarios, demostrando con ello, aún más, la enajenación que las determina).

No es simple explicar el significado de su pasividad en la simple desidia, comodidad o ignorancia, etc. de ser así, bastaría con la educación y la concientización; por el contrario, creemos que es fundamental cambiar las relaciones sociales que lo afectan, de acuerdo a la premisa marxista “si el hombre es modelado por las circunstancias, habrá, pues, que humanizar dichas circunstancias”. Lo que demuestra que la Revolución Socialista, es el único proceso, que nos puede llevar a ello.

Desde esa perspectiva, hoy más que nunca resulta imprescindible la conformación de una vanguardia como tarea actual, puesto que la Revolución, es un proceso complejo, en el cual, -siguiendo con la premisa marxista- no se puede vencer sólo sobre la base de sentimientos, sino que exige además, para derrotar al enemigo de clase, de una vanguardia proletaria armada que debe integrar al conjunto del movimiento revolucionario, con la ciencia revolucionaria, libre de los prejuicios de su tiempo. Así se formará, así se forma ya, la vanguardia del anticapitalismo revolucionario de mañana.

Sin caer en dogmatismos, creemos que toda reconstrucción, lleva implícito la idea base sobre lo que estuvo construida o inspirada, por ello es necesario recordar que al nacimiento del MIR, existía la necesidad de un instrumento político-militar y el firme convencimiento, que todos los esfuerzos debían orientarse a conducir la toma del poder, para implementar la Dictadura del Proletariado.

Consideramos que una organización, que tenga tales objetivos, que sea verdaderamente revolucionaria, debe plantearse sólo desde una perspectiva de clase, desde el interés del proletariado.

Es este interés –el de clase- el que permite dar la plataforma que posibilita entender nuestra actividad transformadora. Esto lo planteamos para recordar el objetivo estratégico fundamental: La toma del Poder, el único camino que necesaria y dialécticamente nos llevará a implementar la Dictadura del Proletariado, fase esencial para alcanzar la sociedad sin clases: La Sociedad Comunista.

Este es un aspecto ideológico trascendental para los revolucionarios; no se nos puede olvidar que nuestro objetivo político -que tiene una base ideológica científica-, es alcanzar la sociedad sin clases, que el mismo Marx definió como el Comunismo (“¡De cada cual, según su capacidad: a cada cual, según sus necesidades!”); Que es el único mundo posible, donde no existirán las cadenas de la explotación, la opresión y la marginación.

El problema en la actualidad, es que reproducimos un lenguaje burgués, que nos enajena y nos distorsiona ideológicamente, tomando sus ideas, intereses y consignas, y no las del proletariado, lo que nos limita a plantear como “máxima crítica” al capitalismo, su “falta de igualdad o de libertad” individual, olvidándose de que quien padece estas limitantes, es una sociedad entera y no individuos en particular o de un ciudadano burgués.

En la actualidad, existen sectores que intencionadamente, nos quieren hacer creer que la reconstrucción del movimiento social no es congruente, o no tiene nada que ver con la toma del poder, o que son dos vías diferentes. Con ello el movimiento popular adquiere un carácter netamente reivindicativo, que fácilmente es absorbido por el enemigo de clase, al encontrarse desideologizado y políticamente carente de una direccionalidad estratégica.

Pareciera que se nos está vedado hablar del poder, o de la toma político-militar de este.

Si seguimos escondiendo o negando el objetivo estratégico fundamental, seguiremos construyendo anárquicamente, sin una ideología definida, confundiendo a las masas, lo que a la larga nos transforma en “aliado” de la clase dominante. Lo mismo ocurre si obviamos establecernos como fuerza real y material, o si no configuramos el terreno (teatro de operaciones) en el cual actuaremos, o más grave aún, sino hacemos un análisis certero y real del enemigo a enfrentar y derrotar; eso nos dará las tareas y la o las formas de lucha y todas las orgánicas necesarias.

Por ello creemos que es primordial no evitar, y establecer claramente la plataforma ideológica, desde la cual, los revolucionarios, dirigiremos nuestro accionar.

En ese contexto, pensamos que los principios que dieron origen al MIR y especialmente el Marxismo-leninismo, nos trazó claramente la línea ideológica que debemos clarificar, interpretar, madurar, profundizar y seguir.

No podemos olvidar, por ejemplo, que la derrota de la Europa del Este a manos del capitalismo, fue esencialmente ideológica y que por el contrario la permanencia y profundización de la Revolución Cubana, se debe a un elemento, también esencialmente ideológico.

En ocasiones, algunos intelectuales e incluso dirigentes de izquierda se escandalizan, cuando se les plantea, que la cubana es una dictadura; debe ser por la poca claridad ideológica y su falta de formación revolucionaria, que estos compañeros poseen, ya que en esencia lo que vive la sociedad cubana, es la Dictadura del Proletariado, lo cual debemos plantearlo con claridad, ya que el Marxismo-Leninismo la definió como “la necesidad de imponer la autoridad revolucionaria contra la clase capitalista y sus Estados, durante todo el tiempo en que, bajo la revolución, estos aún pervivan, o lo que es lo mismo, durante todo el tiempo que lleve pasar desde el capitalismo al comunismo”, y nosotros también aspiramos a ello, sólo que en nuestro caso debemos derribar la dictadura del capital, que sostiene la burguesía contra nuestra clase, utilizando su Estado, sus instituciones, organizaciones y todas las formas de conciencia (la moral, el derecho, etc.).

En esencia, lo que la sociedad cubana vive, es la plena libertad de la clase proletaria para desarrollar el ser humano pleno e integro, donde alcanza valores de solidaridad y pertenencia, o sea valores revolucionarios, destinados a la conformación del hombre nuevo; eso es Dictadura del Proletariado.

Por esto, no se trata de un planteamiento dogmático, cuando decimos que en las actuales condiciones de la lucha de clases, en nuestro país, el potenciar la institucionalidad burguesa, a través de elecciones burguesas, por ejemplo, lo que se está haciendo en el fondo es potenciar la dictadura de clase burguesa. Lo que queremos decir, es que no podemos arriesgar la estrategia, en pos de objetivos tácticos desideologizados -sin interés de clase-.

La experiencia vivida por el movimiento popular chileno, nos permite y nos obliga obtener enseñanzas, para que hoy los revolucionarios puedan crecer y madurar; a modo de ejemplo debemos realizar la lectura de tres momentos de la historia reciente, como: el proceso de la Unidad Popular, la Dictadura Militar y el paso de la transición de la Dictadura militar burguesa a la Dictadura cívico-militar burguesa, que encabeza la Concertación Socialdemócrata, que además, involucre el análisis de la destrucción del campo socialista, de las experiencias guerrilleras y la constitución del supuesto mundo unipolar.

No realizar estas lecturas, conduce a reducir el interés del proletariado a simples reivindicaciones, lo que lleva ingenuamente a participar en la institucionalidad burguesa, con el argumento de que “es para corroer al sistema desde adentro”. Otros dirán que se debe participar de las elecciones, porque “al pueblo le gusta votar” o porque “debemos democratizar el sistema, desde adentro”.

Nosotros consideramos que el sistema político del que se vale el capitalismo, es precisamente la democracia; muchos le apellidan “burguesa”, “protegida” o “restringida”. Nos resulta una redundancia apellidar la democracia, dado que los pilares que la sostienen reproducen el interés del orden burgués y del individualismo creado a su interior. Por esto nos preguntamos ¿Podremos, modificar o perfeccionar el sistema político del capitalismo, si éste es inmanente a él? La respuesta claramente, es NO, porque no es posible separar aspectos que históricamente están unidos a la explotación y a la permanencia de ésta.

Manteniendo el rigor diremos, que si lo que buscamos es la verdadera liberación de la clase, es trascendental y una ineludible obligación el rescatar el planeta de la destrucción, por parte del capital, para salvar la humanidad. Para ello, la única forma posible es transformar las condiciones materiales de su explotación y sólo ahí podremos pensar en una verdadera relación participativa e igualitaria, que reproduzca la solidaridad real.

Por lo que consideramos, sería un error presentar la búsqueda de la democracia, como un objetivo estratégico.

De ahí que, no es posible reconstruir un movimiento social o un Partido Revolucionario con “valores democráticos”, si estos son valores burgueses, que los aceptamos, incluso los hacemos nuestros y ni siquiera hemos reflexionado en su real contenido.

Otro aspecto que ha estado en boga últimamente, y que tiene mucho que ver con la reconstrucción del movimiento popular, son las alianzas tácticas o la unidad revolucionaria. A ese respecto ya hemos dicho anteriormente que es indispensable que cada sector debe trabajar, madurar y potenciar sus planteamientos, es decir que hagan su propio camino, que la realidad unirá o separará, dependiendo de la justeza de los distintos planteamientos. Otra cosa, es establecer coordinaciones, para realizar un accionar común, con las que no sólo estamos de acuerdo, sino que además, apoyamos entusiastamente.

Pensamos que la unidad es indispensable, pero sobre una plataforma ideológica mínima, sino, se convierte en una organización social más, que como dijimos, tienden a caer en el desorden y lo reformista, que tiene como resultante el abandono de la dirección hacia la construcción de una sociedad sin clases, por una transversalidad ética individualizada a mejorar las condiciones de vida en un mundo burgués, que es el que vivimos hoy, con las relaciones sociales que pertenecen a este modo de producción capitalista-imperialista, cuya ley fundamental es la explotación del hombre por el hombre.

En definitiva, plantear la unidad revolucionaria, sin haber agotado una plataforma ideológica, no sería más que un planteamiento pequeño burgués idealista, ya que la unidad no puede confundirse con amplitud, universalidad o pluralidad. Siempre debe haber un interés de clase, y el que no quiera terminar con ellas, las quiere mantener, a utopía de querer modificarlas.

Cuando hablamos de interés de clase, estamos hablando de que se tenga conciencia de clase, o sea, la conciencia de querer alcanzar la liberación definitiva de la clase; el fin de la explotación y la opresión, que es un proceso científico; no es personal, ni subjetivo; es concreto y material, ya que el obrero rompe sus cadenas y deja su calidad de explotado. Y es aquí, donde se pierden los que no tienen una formación revolucionaria, se quedan en el aparecer de las cosas, y trasladan la lucha, solamente al terreno de “que el pobre, deje de ser pobre” o “que la salud y la educación sean gratis y digna”, es decir, desde la óptica del “tener”.

Si pensáramos utópicamente, el capital podría solucionarnos todas estas “desigualdades”, lo que en rigor, puede hacer, lo que no significaría que dejemos de ser explotados; eso el capital no lo puede hacer, por que precisamente, esa es la base que sustenta su modo de producción, ya que el nivel alcanzado por la apropiación de la plusvalía, es cada vez mayor.

Debemos entender claramente lo anterior, ya que la posibilidad de buscar la unidad revolucionaria o hacer alianzas tácticas o estratégicas, se determinan una vez definido los aspectos fundamentales; que son establecer el interés de clase y los objetivos que queremos alcanzar, a través de una plataforma ideológica común.

Esto último, nos lleva a otro elemento, muy cuestionado en la actualidad, que se refiere con las orgánicas revolucionarias, acusadas de vanguardismo o de otros “errores cometidos en el pasado”.

A este respecto, queremos plantear, que es importante dejar muy claro que no hay errores históricos, sino representación de intereses.

Y esta representación de intereses no podríamos siquiera calificarla de “error o equívoco”; es simplemente una posición de clase, que representan otros intereses, no los del proletariado.

Por ejemplo, como decir que Ricardo Lagos “no hace lo que nosotros queremos que haga”; si precisamente él representa otros intereses, contrarios a los nuestros, por lo tanto, él hará lo que sus intereses y su posición de clase le indiquen, no hay más.

Lo mismo vale, al caracterizar algunas posiciones o “supuestos errores del pasado”, que, a nuestro juicio, no son tal, ya que esto obedece a la posición de clase que representaban, o aun representan, ideológicamente algunos dirigentes, que los llevaba, o lleva, a actuar desde una posición pequeño burguesa idealista y olvidar los intereses de clase del proletariado. Ante esto hacemos nuestro, el planteamiento Leninista de ¡quien no tiene valentía para pensar como revolucionario, nunca podrá revolucionar la sociedad!

Por ello, creemos que resulta necesario que la definición del mirismo hoy día, debe conllevar imprescindiblemente un planteamiento revolucionario, ya que le es históricamente inmanente. Ser revolucionario mirista es representar el interés de clase, que como ya dijimos, no es lo mismo que tener empatía y simpatía por los pobres del campo y de la ciudad, o los oprimidos, sino, tener el firme propósito de terminar con la enajenación que conlleva la lucha de clases.

Para considerarse aún mirista, por lo tanto, no basta con sentirlo y sentarse a recordar; se requiere ser revolucionario hoy. De acuerdo con ello, uno de los pilares indispensables, como ya lo planteamos y lo volvemos a hacer para que no quepa dudas, es tener un interés de clase -la del proletariado-, de terminar con la sociedad de clases y de hacer suyo el marxismo-leninismo como la teoría revolucionaria y liberadora.

Por lo tanto, uno de los primeros aspectos en que nos debemos orientar, es a crear una vanguardia político-militar, capaz de conducir un proceso revolucionario real y con sentido de clase, desde la práctica actual. Práctica que no es divisible en temáticas, como nos quieren hacer creer hoy, sugiriendo que los conflictos particulares desbordan o incluso se encuentran fuera o superando la lógica de la lucha de clases; que debe ser el elemento político central, al que debemos prestar atención.

Esta vanguardia político-militar debe permitir abrir una política clara y de clase, no así a sus cuadros.

Los que hoy plantean que debemos salir dando la cara, juegan el mismo papel de los irresponsables que entregaron al enemigo las vidas de más de medio millar de miristas caídos en la lucha. Estamos cotidianamente de cara al pueblo, porque a él pertenecemos, que es lo que nos debiese interesar. No confundir el dar la cara con exponerse al enemigo de clase.

Son nuestras ideas, planteamientos y concepciones las que proponemos, por lo que de nada importa si somos jóvenes o viejos, chicos o grandes, gordos o flacos; de lo que se trata es que discutan nuestras ideas y conceptos, no nuestra apariencia personal.

No somos una secta, de ningún modo tenemos una estrategia secreta, desde nuestro primer documento planteamos que nuestra urgencia era la preparación de los cuadros, el conocimiento del terreno y la apreciación de nuestro enemigo y en eso estamos, serán esos cuadros los que discutan y definan programa, estrategia, arte operativo, y tácticas según corresponda.

¡¡Los trabajadores deben exigir una conducción revolucionaria y decidida. Deben rechazar los retrocesos y a los vacilantes... Solo avanzando decididamente y luchando, será posible alcanzar el triunfo!! (Miguel Enríquez)

¡Nosotros, Solo Podemos la Vía Revolucionaria!

Abril de 2005, En algún lugar de Chile.

Dirección Nacional Del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR