Mensaje en el aniversario de Fidel Castro

FELIZ CUMPLEAÑOS CAMARADA.

“la libertad no se mendiga, se conquista con el filo del machete”.

MACEO

Por Jesús Santrich, Integrante del Estado Mayor Central de las FARC-EP.

Comandante Fidel, en este, su cumpleaños, reciba nuestro homenaje a su ejemplo de lucha inclaudicable, a su solidaridad internacionalista mostrada desde su temprana actividad política, como cuando al vincularse a los grupos de resistencia contra el dictador Leonidas Trujillo en República Dominicana (1947), por ejemplo, dejó claro que para un martiano, la patria es América, y es su puesto de lucha, además, cualquier lugar del mundo donde se deba enfrentar a los opresores; como quedó evidenciado –entre muchísimos otros casos-, cuando los combatientes cubanos contribuyeron a la lucha en favor de las fuerzas populares del MPLA, que enfrentaron a las tropas mercenarias de UNITA en Angola.

Rendimos honores a su lucha antigubernamental clandestina y al heroísmo suyo y de los mártires del asalto al Cuartel Moncada, porque para nosotros, también, siempre es 26, como perennemente estará vigente el julio de la dignidad del año 1953, que fuera base para la fundación del Estado socialista cubano. Nos inclinamos con reverencia recordando la persistencia, arrojo y convicciones suyos y de todos aquellos soñadores que hicieron posible el desembarco de diciembre del 56 en la Playa de las Coloradas. ¡Gloria eterna a los 82 héroes del Granma!

Honramos al sembrador de las ideas del Apóstol Martí. A ese Fidel que, en su defensa frente a los tribunales que pretendían condenarlo por su rebeldía justa, puso de manifiesto que el destino de los revolucionarios sólo puede quedar para ser escrutado por el dictamen de la historia. Hacemos honor a su indeclinable determinación de lucha, parafraseando sus concepciones al referirnos al combate que hoy, como pueblo en armas libramos los farianos, con juramento de patria o muerte, por la emancipación de la Colombia mirandina: hay colombianos que han caído defendiendo las doctrinas del padre Libertador Simón Bolívar, hay hombres y mujeres que en magnífico desagravio cayeron acariciando ideas gloriosas y las armas de la libertad; dando la sangre y la vida para que su gran proyecto de unidad continental se concretice más temprano que tarde.

Comandante Fidel, ¿qué sería de este país bolivariano y martiano, hermano del suyo que es martiano y bolivariano, si se dejaren morir los legados del Apóstol y del Libertador?
Ahora, frente al engreimiento de la iniquidad desenfrenada de un régimen arrodillado a los yanquis, pero también y sobre todo de cara a un pueblo que padece la ignominia de la explotación oligárquica sin tregua, frente a este amado pueblo comunero que sufre persecución y masacres, desapariciones y encarcelamientos, decimos que jamás seremos insensibles a su suerte, con él –como usted con el suyo-, compartiremos la victoria o la muerte, porque no es concebible que las personas honradas estén en el fondo de la miseria, las fosas, el destierro o las prisiones…, en una República conducida por un régimen criminal, un Estado terrorista que se pavonea en el continente sin que haya instancia gubernamental que le enrostre sus perversiones, por el solo hecho que tiene de su lado la capacidad bélica y de chantaje del imperio guerrerista más poderoso de la tierra, al cual no bastándole su acentuado intervencionismo de siempre, ahora ha enclavado una decena de bases militares -que de ninguna manera son inicuas-, para hacer de Colombia su definitiva plataforma de recolonización sobre la América Nuestra.

Camarada Fidel, gracias por enseñanzas como las del discurso pronunciado en la velada solemne en memoria del Comandante guerrillero Ernesto Che Guevara y que titulara “Hasta la victoria siempre” (1.967). Gracias, sobre todo en momentos en que lo más cómodo o “conveniente” para los resignados y los engañados podría ser que nos sentemos a esperar a que pase el cadáver del imperialismo, recogido en despojos del campo de batalla mediática y virtual, por aquellos bondadosos ilusos que creen sincera pero vanamente en que allí podrán vencer sin un alfiler en la mano, al despiadado enemigo que saquea y desangra al mundo sin importarle su destrucción. Gracias por habernos entregado esas Declaraciones de la Habana que de una u otra forma han coadyuvado a hacer irrevocables nuestras convicciones, sobre todo en momentos en que no sólo desde el flanco poderoso de los explotadores, se nos condena al exterminio ó, en el menos peor de los casos, se nos decreta la imposibilidad de lograr nuestros propósitos loables asignándonos, incluso, el papel de ser la EXCUSA para que el imperio realice sus agresiones en el continente.

Que nuestra lucha no tiene vigencia ni condiciones para su victoria, nos han expresado con vehemencia. Mientras nosotros nos preguntamos si es que ¿acaso existen las condiciones para una lucha legal en un país donde lo que rige para las mayorías es el terror y la muerte?

Nuestra lucha es ahora también contra los vaticinios que lanzan quienes han decidido hacer la batalla de las ideas, pero contra las posturas legítimas y necesarias de la resistencia armada. Algunos lo harán de buena fe; los comprendemos. No obstante, seguiremos adelante, sin importar que nos condenen. Seguramente la historia nos absolverá.

Nuestra ofrenda es, también, el juramento de que nunca negociaremos con la dignidad ni con los principios de amor al pueblo. Estaremos dispuestos a buscar una salida incruenta que derive en cambios radicales que favorezcan a la ingente masa de oprimidos, pero jamás tomaremos el camino de la dimisión.

Tenga certeza que, efectivamente, nuestros oídos han sido y seguirán siendo receptivos respecto al grito de guerra justa del comandante Guevara. Que con seguridad hacemos y seguiremos haciendo parte de esos millares de manos que inspiradas en el ejemplo de Marulanda y del Che, “¡se extenderán para empuñar las armas!”. Como verá, ya están y seguirán extendidas con mayor determinación que siempre y con mucho respeto por la condición humana de nuestros enemigos, lo cual implica tratar de mantener en las mejores condiciones posibles a los prisioneros rendidos en combate. Nunca una persona en tal circunstancia ha sido ni sería fusilada por las FARC-EP; de hecho hay prisioneros que han permanecido en tal condición durante más de 10 años con nosotros.

Usted dijo alguna vez: “Como ocurrió también en nuestra guerra de independencia. En un combate en Dos Ríos mataron al Apóstol de nuestra independencia. En un combate en Punta Brava mataron a Antonio Maceo, veterano de cientos de combates. En similares combates murieron infinidad de jefes, infinidad de patriotas de nuestra guerra independentista. Y, sin embargo, eso no fue la derrota de la causa cubana”. Igual ocurre con las causas de muchos valerosos pueblos del mundo que lidian por su libertad; entre ellos el sufrido pueblo colombiano que, valga decirlo, tiene a muchos de sus luchadores en presidio infame, tal como ocurre, por ejemplo, con esos otros dos héroes antiterroristas –para algunos innombrables-, que son Sonia y Simón Trinidad, presos de manera infamante en las cárceles yanquis.

No nos sentimos solos; a pesar de las incomprensiones, indiferencias y obstrucciones de quienes, con razón o sin ella, nos quieren ver tomando la senda de la mansedumbre inerte, tenemos el aliento sagrado de las muchedumbres humildes que creen en los propósitos altruistas de nuestro sacrificio. Así, entonces, como pensaba el Libertador, “¡nada nos detendrá si el pueblo nos ama!”

Comandante, como expresa la raizal palabra amerindiana Seattle, “Cada pedazo de esta tierra es sagrado para nuestro pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de nuestro pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia de nuestro pueblo”, por todo ello –con nuestros propios esfuerzos, tal como ha sido desde nuestros orígenes-, lo entregaremos todo, absolutamente todo…, hasta la vida misma, como está visto en el ejemplo de centenares de los nuestros que han brindado con generosidad su sangre en esta contienda. Ese compromiso es nuestro mayor regalo de aniversario.

¡Feliz cumpleaños, camarada!

Con el ejemplo vivo de Manuel Marulanda Vélez:
¡Hemos jurado vencer y venceremos!