Carta abierta a Alejo Vargas

Carta Abierta

Señor Alejo Vargas:

Respondo su carta del pasado 17 de Septiembre, considerando importante que el país conozca, los puntos de vista que tenemos quienes desde realidades diversas, vemos urgente superar el grave conflicto social y armado que padece Colombia.

Usted ha tenido oportunidad de transitar diversos escenarios políticos y ahora expresa puntos de vista respetables, pero contradictorios.

Se puede argumentar que las condiciones han cambiado, y esto nadie lo refuta; sin embargo en la tragedia colombiana, la historia pareciera repetirse.

Argumenta usted que es urgente resolver el conflicto armado y luego, en un mejor ambiente resolver los problemas históricos que aquejan a Colombia.

Hace varios años, usted estaba de acuerdo conmigo, que esa vieja fórmula era engañosa y peligrosa, por tanto inaceptable. Porqué ahora es favorable y debe acogerse? No lo entiendo.

Usted conoce bien que esa fue la fórmula aplicada a las guerrillas liberales de los años 50, a las guerrillas del M19 y las del EPL a finales de la década de los 80 del siglo pasado.

Si el impedimento para una política que resuelva los problemas sociales, es la existencia de las organizaciones insurgentes, ¿por qué antes de su existencia esa proyección no se la imprimió a Colombia la elite dominante y sí produjo los dolorosos hechos que dieron como resultado el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán y el levantamiento en armas del entonces?

Acaso Ud. olvida que las promesas a las guerrillas liberales fue la paz, la reconstrucción del país, y la convivencia pacífica para resolver los graves problemas sociales de entonces y que bajo esa premisa se desmovilizaron dichas guerrillas y posteriormente sus líderes fueron asesinados por la oligarquía y se instaló el mal llamado Frente Nacional de ingrata recordación para los pobres durante más de 30 años, y de alta satisfacción para la elite dominante que fortaleció su unidad y se enriqueció aún más?

Entre los logros resaltantes de la desmovilización del M19 se cuenta La Constitución del 91.

Sería interesante evaluar el impacto y cambios que dicha Constitución ha producido en la vida política y social.

¿Qué queda de ella después de los permanentes recortes que le ha hecho esa derecha que impide que se produzcan cambios en el país?

Lo que se ha afianzado son las políticas neoliberales y guerreristas y de esa Constitución solo queda un remedo escandaloso que estremece en su tumba a dirigentes sacrificados en ese empeño como el destacado líder Carlos Pizarro León Gómez.

Señala usted que: “Una negociación de cierre del conflicto interno armado en la Colombia de hoy no puede condicionarse a la resolución de históricos problemas que afectan a millones de nuestros compatriotas”….

Ese punto de vista es tan absurdo como peligroso y atentatorio para el futuro de los cambios que Colombia requiere.

Usted sabe que los orígenes del conflicto colombiano son económicos y sociales y que su agudización parió el conflicto armado; es decir que ante la imposibilidad de encontrar caminos de solución política, a los graves problemas sociales, surgieron las guerrillas revolucionarias de la década de los 60 y diez años antes de ellas, surgieron las guerrillas liberales producto del terrorismo de Estado que asesinó a Gaitán.

No es ningún secreto que la oligarquía colombiana históricamente ha recurrido a la violencia para afianzarse en el poder y aniquilar la oposición. El pueblo colombiano sigue viviendo la larga noche del paramilitarismo y el terrorismo de Estado continúa ejerciendo la guerra sucia.

Ud. en su tesis, hace referencia a la necesidad de desactivar el conflicto armado, entendemos que se refiere a la guerrilla, porque no hace alusión al otro componente del a guerra interna.

No encontramos asidero para darle razón a su tesis, señor Vargas, de que hay que superar el conflicto armado para ahí sí empeñarnos todos en resolver el conflicto social; la consideramos parcializada.

Ud. pasa por alto que millares de compatriotas siguen siendo asesinados por reclamar la tierra que les robó el narcoparamilitarismo, por reclamar con dignidad sus derechos sociales y políticos desde la mal llamada legalidad institucional?

Es pertinente rememorar aquella sabia afirmación de que “Quien no conoce, u olvida la historia, está condenado a repetirla”

Acaso usted comparte la tesis de quienes afirman que el narcoparamilitarismo desapareció, que la estructura terrorista del Estado está desactivada y que la guerra sucia es algo del pasado?

No puede ignorarse que éstos son la otra parte del conflicto armado, mucho más desastrosa y sobre todo repudiable por ser el mismo Estado, quien desde la clandestinidad, los utiliza para eliminar y aterrorizar la oposición política.

Nadie que sea sensato en los análisis de la realidad colombiana, puede negar que esos fenómenos criminales, obedezcan a una política de Estado; las pruebas son muchas e irrefutables.

Mientras esa estructura terrorista del Estado y su socio el narcoparamilitarismo, que sigue siendo parte indisoluble de las instituciones, no se desactive, no existirán garantías para la oposición política.

Las garantías políticas no se establecen por decreto y nada más equivocado que fracturar mecánicamente el conflicto para plantear que primero hay que superar el componente armado guerrillero para luego iniciar el camino de superación del componente social, ese ha sido como dijo alguien “el viejo truco”.

Quien quiera resolver el conflicto social y armado colombiano debe ir a las causas que lo produjeron y si ellas se superan, el conflicto armado será superado por la misma fuerza de la realidad, sin necesidad de sofisticados artilugios.

El pueblo colombiano no es guerrerista, solo que por dignidad y sueños de futuro, ha encontrado en el levantamiento en armas una manera de resistir y buscar un mejor futuro.

Alcanzar esta meta no puede medirse en años sino en condiciones que lo posibiliten, en esto reivindicamos a Camilo cuando dijo “ya hemos comenzado porque la jornada es larga”

El ELN tiene toda la disponibilidad de acudir a una mesa de dialogo con el gobierno del presidente Santos, a buscar puntos de encuentro para iniciar y avanzar en el camino de la paz, siendo realistas en que existen visiones contrapuestas de cómo hacerlo.

Partimos de la tozuda realidad de que ni la lucha armada y popular ha alcanzado la victoria, ni la clase en el poder ha podido derrotar las guerrillas en medio siglo de brutal confrontación y que es urgente buscarle a este grave y desbordado conflicto, una salida política donde aceptándonos como partes contendientes, lleguemos a un acuerdo serio y respetuoso que abra el camino de la reconstrucción del país en un proceso de paz real, estable y duradero que ponga fin al conflicto y le ofrezca a las futuras generaciones una patria en justicia y equidad social, democracia y soberanía.

El ELN tiene toda la voluntad de sentarse a dialogar con el gobierno, considerando que podrá más la sensatez, que la vieja aspiración de imponer la paz romana, de vencedores y vencidos, que es uno de los errores cometidos en los pasados diálogos y que fracasado en estos últimos 50 años.

Colombia para los trabajadores.
Ni un paso atrás Liberación o muerte

Montañas de Colombia

Por el Comando Central del ELN
Nicolás Rodríguez Bautista

Octubre 1 de 2012
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CARTA ABIERTA A GABINO Y AL COCE DEL ELN

Por ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ
Profesor Universidad Nacional

Publicado el 16 de septiembre de 2012 - El Colombiano

En mi condición de miembro de la Comisión Facilitadora Civil que ha acompañado varios esfuerzos de paz del ELN con el Gobierno Nacional y del Grupo de Garantes de Casa de Paz, que apoyamos el último intento de diálogos de paz en La Habana, durante el Gobierno de Álvaro Uribe , quiero hacerles públicamente y con respeto un llamado a que reflexionen, valoren que el momento de la paz en Colombia ha llegado y actúen en consecuencia.

El conflicto interno armado colombiano nos ha causado mucho daño; ha sido casi medio siglo en el cual miles de compatriotas han sufrido los efectos negativos del mismo, muertes, heridas, mutilaciones, desplazamientos, secuestros, desapariciones forzadas, para solo mencionar los impactos más protuberantes que han causado dolor, daño, heridas profundas en nuestro tejido social, e impactos negativos en su desarrollo.

Hasta el momento, el modelo de negociación con actores ilegales que ha primado en Colombia ha sido el de ‘negociación a destajo’, negociar pedazos de paz con distintos actores de violencia y eso ha sido parcialmente positivo, pero dejar atrás el conflicto interno armado requiere una negociación simultánea, en conjunto o en paralelo, con las dos guerrillas más antiguas y determinantes de la dinámica del conflicto armado.

Por ello, creo que ustedes deberían, con sensatez política y aprovechando la extraordinaria coincidencia que el Gobierno del Presidente Santos y las Farc han llegado a una agenda y unos procedimientos para ponerle fin al conflicto armado, dar los pasos necesarios -ojalá ya los estén dando, así como el Gobierno- para definir un acuerdo parecido, que permita que la negociación con las dos guerrillas, en la misma secuencia temporal, apunte a una real terminación del conflicto interno armado.

Desearía que Gabino, como el líder histórico y fundador del ELN, la guerrilla en que militó y murió el sacerdote Camilo Torres Restrepo, y el resto del Comando Central, tengan el gran valor de dar este paso revolucionario para los tiempos actuales y el acierto político de comprender que llegó el momento de cerrar este largo conflicto armado entre colombianos.

Así podríamos los colombianos enfrentarnos con entusiasmo a abordar el postconflicto armado y a la construcción de un país sin violencia, con mayor equidad y con una democracia más profundizada, con buenos conflictos, donde los diversos sectores sociales puedan expresar y luchar por sus demandas, sin que los estigmaticen por ser supuestos auxiliadores de las guerrillas, es decir, una democracia actuante, como la merecemos los colombianos.

Una negociación de cierre del conflicto interno armado en la Colombia de hoy no puede condicionarse a la resolución de históricos problemas que afectan a millones de nuestros compatriotas, que es la agenda que debe guiar a todos los colombianos en las próximas décadas; mientras tanto ustedes, como parte de una organización política dentro de la legalidad y con la fuerza de las ideas y del debate democrático, deben y pueden contribuir a que esto se logre.

Así podrían aportar de manera realista, no sólo a construir una sociedad más equilibrada, sino una democracia consolidada, que fueron banderas que estuvieron en los orígenes de sus justificaciones históricas.

Seguramente la Iglesia Católica y otras iglesias, los obreros de la industria petrolera, los estudiantes, los indígenas del Cauca, las negritudes, las iniciativas de paz que han acompañado esfuerzos de diálogos anteriores, estaremos en disposición de apoyar y acompañar el esfuerzo definitivo hacia el cierre del conflicto interno armado y todos reconoceríamos ese paso como una contribución a la paz.

Los protagonistas de la guerra tienen la obligación de concluir y rubricar el fin del conflicto armado.