Saludo al Foro nacional: solución al problema de las drogas ilícitas

SALUDO AL FORO NACIONAL: SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LAS DROGAS ILÍCITAS

La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, septiembre 25 de 2013

La delegación de paz de las FARC-EP, saluda a los participantes del Foro nacional: solución al problema de las drogas ilícitas, deseándoles éxitos en sus labores, entendiendo que las conclusiones servirán de importante herramienta para la discusión que se prepara sobre el tema en mención dentro del marco del Acuerdo General de La Habana, firmado entre el gobierno nacional y nuestra organización insurgente para adelantar los diálogos por una paz estable y duradera para Colombia.

Nuestro espíritu, al incorporar este punto en la Agenda de Diálogo, parte de una visión general sobre la crisis del modelo capitalista colombiano y su régimen político, los cuales han creado las condiciones para que el llamado narcotráfico sea una realidad socioeconómica, de la que participan por necesidad, inmensas capas de la población, ante las cuales los diferentes factores de poder oligárquicos y trasnacionales adoptan actitudes y diseñan políticas que han estimulado deformaciones en nuestra economía con su respectivo impacto negativo en la sociedad más marginada.

Partimos de condenar el narcotráfico y participamos de una activa batalla política dirigida a desenmascarar las falacias y contenidos de la llamada Guerra al narcotráfico, que es como se autodenomina la actual política de EE.UU, país que ha acuñado matrices mediáticas dirigidas a dar una nueva envoltura a sus estrategias intervencionistas e imperialistas.

A nuestro modo de ver, se trata del desenvolvimiento de un mismo antiguo libreto en el que antes existió la llamada guerra contra el comunismo, o la defensa de los intereses o de los ciudadanos de Estados Unidos, como excusas falaces para desencadenar guerras de sometimiento contra naciones más débiles. Hoy la lucha contra el narcotráfico y contra el terrorismo de parte del país que más consume narcóticos y más utiliza el terror como arma de dominación, son excusas para el desenvolvimiento de una estrategia imperialista, expansionista, con la que se pretende el dominio económico y militar sobre el mundo.

Con estas viejas preocupaciones se desenvuelve la política militarista de Estados Unidos y su subsidiaria criolla, y su desarrollo se complementa con los lineamientos trazados en la estrategia de ruta del Comando Sur. Y es dentro de esta estrategia que se han creado y ahora fortalecido Bases Militares yanquis en nuestro territorio nacional; dentro de esta determinación es que el Comando Sur puso sus ojos sobre la Base Militar de Palanquero, robusteciéndola argumentando que se trata del desarrollo de un “viejo acuerdo de seguridad y cooperación con Colombia”; dentro de esta estrategia es que se han desplegado las Bases de Tres Esquinas y Larandia, que ahora se disponen plenamente como Bases yanquis al lado de puntos militares como Barrancón (Guaviare), Bahía Málaga, el apostadero naval de Cartagena, la Base aérea de Malambo, o Bases como Tolemaida y Apiay, entre otras.

Rememoramos estos datos considerando, que en el marco de la firma de un acuerdo de paz, debemos incorporar el tema de la solución al problema de las drogas ilícitas vinculándolo ineludiblemente a la reforma agraria y rural integral, pero sobre todo y de manera fundamental, refiriéndolo al tema del respeto a la soberanía nacional.

Todo el historial de nuestra preocupación por contribuir a resolver un problema social que hunde sus raices en la miseria endémica impuesta por el régimen, obliga a que rechacemos enfáticamente la pretensión perversa de algunos medios de comunicación, de reducir el tema que hoy se discute, a la idea de que se trata de un asunto en el que la responsabilidad de su gestación y permanencia le corresponde a la guerrilla, creando la falsa idea además, de que está en nuestras manos resolver tan complejo fenómeno, cuyas causas, ya lo decíamos, hay que buscarlas en la pobreza, en la desigualdad y en la exclusión que las clases en el poder le han impuesto a las mayorías.

Descargar la fuerza principal del combate contra dicho flagelo en el eslabón más débil ubicado en las regiones más empobrecidas de los países subdesarrollados, y contra labriegos que han tenido que recurrir a tales cultivos por física ausencia de alternativas económicas distintas, es no solo una torpeza e injusticia del tamaño de las fosas marianas en el Pacífico, sino un acto de verdadero cinismo e hipocresía de países, estados, instituciones y personas que se lucran de forma directa o indirecta del tráfico, pero de manera vergonzante pretenden mostrar resultados agrediendo a quienes menos responsabilidad tienen en ese negocio, generando verdaderos falsos positivos.

La distribución equitativa de la tierra, dotada con la infraestructura de carreteras, centros de acopio, hospitales, escuelas, colegios y universidades además de una política económica tendiente a garantizarle a los productores del campo precios de sustentación, subvenciones y subsidios, seguridad social integral y universal, asistencia técnica y mecanización, son medidas todas, viables y probables, que con la participación de las comunidades afectadas permitirían generar las condiciones necesarias para una solución que ataque las causas verdaderas.

Determinar el origen y la esencia del fenómeno que nos convoca es muy importante, si de verdad existe voluntad para resolverlo de raíz. Miremos dos aspectos centrales del problema:

En primer lugar, el narcotráfico es un negocio capitalista de cabo a rabo, que produce más de 600 mil millones de dólares anuales de ganancia, prácticamente todo este dinero es lavado por el sistema financiero mundial y vinculado de forma orgánica a los circuitos económicos a sabiendas de su procedencia; más del 95% de estas ganancias, además, se quedan en los centros financieros imperialistas, fundamentalmente en los Estados Unidos, y del restante 5% se apropian básicamente el entramado empresarial, bancario y de inversiones que crean los narcotraficantes en alianza con los empresarios y políticos tradicionales que les sirven como testaferros.

En segundo lugar, el narcotráfico basado en la transformación de plantas naturales en drogas psicoactivas es un negocio que funciona por etapas o niveles, que van desde el cultivo de la materia prima, pasando por el procesamiento y el transporte hasta la comercialización y distribución en los centros de consumo de los países desarrollados, que es además, donde realmente, en términos económicos, se realiza la mercancía, y es con parte de esos capitales que se reinicia el proceso. Es a este narcotráfico y no a la megaindustria de drogas sintéticas a la que se combate con todas las fuerzas.

¿Por qué no observar que la élite que proviene de los niveles más altos del capital financiero, tiene la particularidad no poco relevante de que a la hora de trazar las políticas profundas de las organizaciones de seguridad nacional las conectan también con los carteles internacionales de la droga, que anualmente extraen 8.000 toneladas de opio en zonas de guerra de EE.UU, y lavan 500 mil millones de dólares que utilizan bancos transnacionales, la mitad de los cuales están establecidos en Estados Unidos? Solamente con sensatez, se podría llegar a la mejor solución del problema que nos convoca. Contemos con que tal cualidad aún se pueda expresar en esos círculos estratosféricos de la sociedad, a los cuales sirven las élites colombianas.

De parte de las FARC-EP, ratificamos nuestra clara disposición de seguir avanzando en los diálogos de paz, por la ruta de los cambios, las reformas a las estructuras económicas y políticas que están en el fondo del conflicto colombiano; principio que está firmado por las partes en el preámbulo del Acuerdo General que guía las discusiones y que llama con claridad a la participación de todos los colombianos sin distinción en la construcción de lo que puede llegar a ser el verdadero Tratado de Paz para nuestra patria.

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP