Reflexiones sobre el Plan Estratégico de la Región Caribe

REFLEXIONES SOBRE EL PLAN ESTRATÉGICO DE LA REGIÓN CARIBE

Qué diferente se ve el Caribe desde abajo. Por lo menos contrario a la mirada del Plan Estratégico de la Región liderado por el Observatorio del Caribe y financiado por ECOPETROL. Allí no se encuentran las prioridades para el buen vivir y mucho menos la iniciativa de un desarrollo favorable a la construcción de la paz. El PER no refleja la visión del Pueblo, entre otras razones, porque en la formulación excluyeron la participación de las organizaciones populares, las juntas de acción comunal, los ambientalistas, las organizaciones de mujeres y jóvenes, los trabajadores de la cultura, las comunidades indígenas y campesinas.

La visión del PER Caribe 2019 se sintetiza en tres palabras: equitativa, sostenible y competitiva. Las dos primeras adornan la tercera sin que representen un desarrollo alternativo. Incluso son contradictorias como lo muestra la implementación del modelo de desarrollo neoliberal durante los últimos treinta años en Colombia. Preguntémonos ¿En qué situación se encuentra el país luego de la ejecución de las políticas de competitividad? Respuestas encontramos en la precarización del trabajo, los bajos salarios, la profundización de la desigualdad, el deterioro ambiental.

Las consecuencias de esta carrera loca de los capitalistas por la competitividad no solo se miden con los indicadores del PIB, IED, balanza comercial entre otros. Desde abajo, el impacto de la competencia se mide en el aumento del número de pobres, el calentamiento global, las hambrunas y sequías. En ese sentido escribió Franz Hinkelammert: “Estamos como dos competidores que están sentados cada uno sobre la rama de un árbol, cortándola. El más eficiente será el que logre cortar la rama sobre la cual se halla sentado con más rapidez. Caerá primero, no obstante habrá ganado la carrera por la eficiencia”.

El análisis de los planes de desarrollo departamentales y de las ciudades capitales realizado durante la formulación del PER es un verdadero comité de aplausos. Con el estado actual de las cosas, ¿puede alguna administración departamental o municipal reivindicar éxito en soluciones a la pobreza? Pero más allá de reconocimientos con tinte politiquero, quienes redactaron el PER olvidan que el régimen tecnocrático y presidencialista en Colombia subordina las decisiones regionales y locales sobre desarrollo. Más aún cuando se oponen a los intereses de los grupos económicos, las empresas multinacionales, incluidas las nacionales identificadas hoy con la categoría de multilatinas.

Un primer ejemplo de la subordinación local a decisiones exógenas es obvio en la formulación de los Planes de Ordenamiento Territorial de los municipios. Testigos de primera fila son aquellas poblaciones que haciendo uso de su soberanía, han convocado Consultas Populares en las cuales sea el Pueblo quien defina con un Sí o un No, la explotación de sus recursos naturales. A lo anterior se suma la Consulta Previa a las comunidades afectadas por el saqueo extractivista o por la construcción de una megaobra. Ambas instancias de la democracia participativa han sido descalificadas por toda la institucionalidad ilegitima y protectora del neoliberalismo y la competitividad.

El otro ejemplo lo ofrece el mismo PER cuando sostiene: “Cabe destacar que los sectores productivos de construcción y transporte, almacenamiento y comunicaciones son poco incluidos en los planes de desarrollo (departamental) a pesar de ser dos de los tres sectores económicos con más crecimiento en la última década. Tampoco se encuentra gran énfasis en los sectores de servicios sociales, comunales y personales, industria manufacturera y el sector financiero, los cuales junto con minas y canteras, y comercio, reparación, restaurantes y hoteles, son los sectores que más contribuyen al PIB regional”. Está claro: el capitalismo y los grandes sectores del desarrollo no pasan por decisiones en las escalas departamentales y municipales. Otros son los planes ejecutados en estas escalas, diseñados desde afuera por sujetos de mayor poder.

También el PER presenta grandes vacíos al no registrar en profundidad el diagnóstico del desastre neoliberal en el Caribe. Por ejemplo, en materia de desarrollo sostenible dejan por fuera puntos críticos en el deterioro ambiental producto de la explotación minero energética. La producción de carbón brilla por su ausencia en el PER, a sabiendas de que representa más del 50% del PIB de dos departamentos y sus daños ecológicos se sienten en toda la región, incluso allende de sus fronteras. En cuanto a la población, la palabra indígena aparece una sola vez y el campesino no tiene ninguna mención, pese a que la identidad multicultural es otro concepto de adorno a la competitividad.

Al no incluir el daño causado por las empresas multinacionales se quiere evitar su molestia y cuidar así la inversión extranjera. En el texto del PER ni siquiera se encuentra la palabra “multinacional” y no aparece en la lista de los actores consultados. Llama la atención no porque reivindiquemos su presencia: es reconocido nuestro rechazo al saqueo imperialista de los recursos naturales. Pero es notable su ausencia si tenemos en cuenta el protagonismo en la economía capitalista, su lamentable impacto ambiental y cultural y sobre todo, los grandes esfuerzos gubernamentales para que se instalen sus enclaves en las regiones.

Cómo si quedaran dudas sobre los intereses representados en el PER, observemos su mirada simplista sobre los biocombustibles al referirse a las alternativas en energía: “Una parte de ese potencial ya ha sido explotada en forma de la producción de palma de aceite y biodiesel. La explotación de esa fuente también resultó en avances importantes en términos de empleo e ingresos en el campo, aun si requiere exenciones de impuestos grandes para “sobrevivir”. Por un lado, el PER guarda silencio sobre el terror que sirvió de antesala a estos cultivos. Y por otro lado, nada dice de las contradicciones con el proyecto de seguridad alimentaria.

En conclusión, el PER Caribe no es más que un ejercicio que reproduce esquemas tecnocráticos de planeación desde arriba, ya agotados para una sociedad que busca la paz con justicia social y con apertura a espacios de participación en una democracia real. La planeación de los expertos no puede suplantar la soberanía del Pueblo sobre su destino. La visión que tienen las élites caribeñas sobre la región va en contravía de las aspiraciones de las mayorías empobrecidas. No será el alistamiento del territorio orientado a sacar provecho de los TLCs, lo que nos llevará hacia una región que genere el máximo de felicidad posible a su población. A la competencia capitalista oponemos los lazos de solidaridad popular.

Finalmente, en la mesa de diálogos con el gobierno hemos presentado propuestas para la construcción democrática en la toma de decisiones sobre el futuro, que bien pueden ser aplicados a procesos similares al PER Caribe. Estas son algunas: Participación social y popular en el proceso de la política pública y de la planeación y, en especial, de la política económica. El proceso de diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas, así como los procesos de planeación contarán con la más amplia participación social y popular en sus diferentes niveles, nacional, departamental y municipal, o regional, según el caso. Garantías de participación política y social de comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, así como de otros sectores sociales excluidos.

Bloque Martín Caballero FARC – EP

Montañas de Colombia, 8 de septiembre de 2014.