Saludo al VI Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores

VI CONGRESO DE LA CUT: ¡UNIDAD, AUTONOMÍA E INDEPENDENCIA DE CLASE!

Saludamos con sentimiento revolucionario a las mujeres y hombres trabajadores de Colombia y, en particular, a sus representantes reunidos en el VI Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores –CUT— con la solidaridad de delegaciones sindicales internacionales cuya presencia puede contribuir a precisar el complejo momento que vive el mundo y el movimiento sindical para convocarlo a fortalecer sus filas y no solo a resistir, obligándolo a crecer para lanzar una ofensiva contra el arrasamiento de conquistas de manos de los amos capitalistas.

Un Congreso Nacional debe ser una alta expresión de la democracia sindical pero este certamen de la CUT no logró ser ejemplo por –entre otros asuntos— los cortos tiempos para el debate de tesis que dejan una débil vinculación de los trabajadores afiliados a su preparación.

Ahora, los delegados con firme convicción en que el punto de partida para la lucha sindical demanda estar contra los capitalistas y los gobiernos que los representan, tienen la oportunidad de contribuir a subsanar algunas de esas falencias pensando en los intereses de las bases que los eligieron, superando el grupismo y las prácticas anarcosindicalistas que pretenden suplantar a los afiliados con opiniones partidistas inconsultas.

Los comunistas marxistas-leninistas, como parte de los sindicalistas clasistas fundadores de la CUT aspiramos a ver coronadas las deliberaciones con acertadas conclusiones que aporten a la superación de la crisis que vive el sindicalismo colombiano y contribuyan a la unidad internacionalista proletaria como camino, el cual no lo garantiza la CSI y la dependencia económica de la “cooperación internacional”, que riñen con la solidaridad de clase internacionalista que los sindicalistas clasistas deben promover y recibir sin renunciar a fortalecer el apoyo en los propios esfuerzos financieros y en la lucha por los cambios.

La CUT delibera en Santa Marta, territorio que evoca tradiciones combativas de los obreros de la bananeras que en desarrollo de una heroica huelga el 5 de diciembre de 1928 vivieron la masacre de cerca de 800 trabajadores ordenada por el gobierno oligárquico de turno a favor de los imperialistas yanquis de la United Fruit. Ese episodio refrendó, hasta nuestros días, la huelga combativa como la mejor y más legítima arma del movimiento sindical en toda la historia de la explotación capitalista, al tiempo arma obrera odiada, perseguida y prohibida –tanto militar y policialmente a “sangre y fuego” como jurídicamente— por los patronos, los gobiernos y el régimen oligárquico representado en el Estado proimperialista que hoy recibe favores de la OIT.

Los gobiernos burgueses agencian el terrorismo de Estado que también vive en las brutales arremetidas de los Escuadrones Policiales, ESMAD, en la penalización de la acción social así como en los fallos de los tribunales de arbitramento y otras instancias judiciales, y no solo en los delitos de sangre que tienen el mismo telón de fondo: la criminalización de la protesta social y política como forma de negación de la libertad política y de los derechos de petición, negociación y huelga e impedir la asociación en un sindicalismo avanzado al bloquear los pliegos de peticiones y negociaciones por rama económica, de industria o grupo monopolista para estimular la dispersión sindical.

Gobierno tras gobierno se pisotean los derechos de mujeres y hombres trabajadores con ataques directos o asegurando la impunidad a patrones inescrupulosos que disfrutan de la inoperancia de un aparato de justicia que solo procesa y condena con saña a gentes del pueblo. De allí que sea clave retomar el camino de fortalecimiento de la Central Unitaria cuyos 28 años de existencia le han costado tanta sangre y sacrificios a sus afiliados, es una tarea lograble por el Congreso de Santa Marta si la mayoría de sus delegados asume con decisión el deber clasista de ejercitar su autonomía e independencia de clase al estudiar y evaluar documentos y comportamientos.

Actuar con independencia de clase implica reafirmar sus principios fundacionales y marcar diferencias con las alturas del poder burgués, significa asumir decisiones que pongan a sus afiliados en pié de lucha contra el neoliberalismo y la antidemocracia para el pueblo eliminando todo tipo expectativa en el gobierno de Juan Manuel Santos que, como lo reafirma el relajo vivido en el debate del Congreso de la República el miércoles 17 de septiembre, está secundado por el Centro Democrático de Álvaro Uribe Vélez que desarrolla una oposición burguesa y proimperialista en asuntos que no modifican las estructuras económicas ni al régimen manteniendo las tendencias autoritarias y presidencialistas de corte fascista que defienden el depredador y explotador modelo neoliberal. También lo confirma el debate sobre la recuperación del derecho a los recargos nocturnos y dominicales prometido en la campaña presidencial para pescar incautos. Estas bases hacen que los proyectos educativos de la Central rompan con la dependencia de las escuelas opuestas a la concepción proletaria del mundo que difunden teorías “novedosas” pero derechistas.

Es esencial para la CUT afianzarse como parte del pasado, presente y futuro de la clase explotada y trabajadora víctima del terrorismo de Estado generador del holocausto con más de 3600 asesinatos que se amplían con las desapariciones forzadas de dirigentes, directivos, activistas y afiliados que incluyen a destacados luchadores comunistas de nuestras filas partidarias. La CUT y todo el sindicalismo arrostra incontables recortes de sus derechos conquistados desafiando políticas de “sangre y fuego”, de “tierra arrasada” similares a las de hace 86 años en las bananeras, hoy bajo la guía del ideario neoliberal inspirador de las actuales amenazas y acciones de guerra contra los trabajadores y todo el pueblo que no paran aunque se hable de paz, el Gobierno “es capaz” de continuar la persecución sindical oficial y paramilitar.

Al VI Congreso de la Central Unitaria lo enmarcan hechos mundiales de mucha trascendencia económica, social, política y militar a tener en cuenta para organizar mejor la lucha de los trabajadores colombianos. Las crisis son varias: ambiental, política, social, de aplicación de los derechos humanos y peligros de guerra mundial que alimentan los esfuerzos en la inútil tarea de salir de la crisis económica general agudizada con la actual recaída cíclica que tiene en retroceso y/o recesión de distintas velocidades a las economías de las potencias capitalistas incluida China, con graves repercusiones en nuestro país sacudido por la bajas exportaciones, la caída de precios de los productos minero-energéticos y el incremento descomunal del faltante presupuestal que repercute de inmediato en la ya precaria inversión y gasto social, pues en últimas la crisis de los ricos es descargada sobre los trabajadores.

Los obreros y los pueblos, que incluyen a las juventudes y los movimientos étnicos, se han puesto en pié de lucha en Grecia, España, Islandia, Francia, España, Turquía, Brasil y toda América latina, en Estados Unidos, China y en el mundo entero se están enfrentando al capital y sus dictadores y demandan el fortalecimiento de la solidaridad de clase. Colombia, de 2011 a estas calendas, ha visto afianzar la tendencia al ascenso de las luchas populares que llevaron
a Santos y las clases que representa a momentos críticos de su gobernabilidad en 2013, a tomar medidas urgentes para contenerlas y a crear alucinaciones en el pueblo con un inexistente e imposible “posconflicto” cuando los choques entre ricos y pobres se agudizan antagónicamente –sin posibilidad de frenarlos o suprimirlos— e inevitablemente dan pié a combates de clase que salen victoriosos si la unidad de acción obrera y popular se consolida.

Juan Manuel Santos en menos de 100 días de su reelección ha confirmado el continuismo de fondo encubierto con apariencias demagógicas y populismo apoyadas por la “unidad nacional” formada por la mayoría de los partidos oligárquicos, los principales magnates financieros y por aliados “de izquierda” que se nutren de su “mermelada” (corrupción, clientelismo y nepotismo).

Santos II quiere sorprender con su anuncio de asumir la difusa tesis de la “Tercera Vía”, que busca alejar a los obreros y demás explotados de la lucha por el poder y el camino al socialismo científico, y con el nombramiento como Ministro del Trabajo de un expresidente de la CUT procedente de las oficinas de la petrolera estatal que no es novedoso pues ocurrió con tres exsindicalistas. Además, Luis Garzón desde antes de ser Alcalde de Bogotá se esforzaba para prestar mejores servicios a la oligarquía aparentando ser “renovador de la izquierda” y ahora hace uso de la treta de hacer componendas con burócratas sindicales para imponer políticas institucionales de concertación como camino para asegurar su cooptación y dar nuevos pasos para corporativizar el sindicalismo volviéndolo apéndice del Estado y sus funcionarios, eliminando su autonomía organizativa e independencia de clase como efecto de esa táctica al servicio de objetivos estratégicos de preservación del oprobioso régimen burgués. De allí la gran importancia de la decisión de no invitar al gobierno al magno evento de Santa Marta.

La clara intención presidencialista de imponer políticas de salud, seguridad social, laborales y de justicia por la vía de los decretos para saltarse el debate público y presentar reformas sobre "equilibrio de poderes" para afianzar el autoritarismo presidencialista y el antidemocrático y asfixiante centralismo adobado con medidas fachistoides de control social en la vía de cooptar, desconocer o eliminar al movimiento social; nuevos impuestos indirectos a las mayorías para cubrir el faltante fiscal que agigantan los ascendentes costos de la creciente deuda externa y la guerra contra el pueblo manteniendo los descomunales beneficios de las altísimas ganancias y gigantes patrimonios –al igual que las engañifas sobre la derogatoria de la reforma laboral de Uribe— indican que vienen cuatro años de “más de lo mismo” que dejarán peor al país y más baja la calidad de vida de los trabajadores, mientras multinacionales e instituciones financieras internacionales, especialmente norteamericanas, afianzan su confianza en las inversiones que saquean a Colombia, destruyen el medio ambiente y explotan sin pausa a nuestra gente.

Sigue firme nuestra decisión de luchar por la paz con justicia social y buscar caminos de solución política, esa definición política orienta al Ejército Popular de Liberación, EPL, que ha expresado oportunamente y por distintos medios su disposición a dialogar con el Gobierno Santos sin encontrar reciprocidad hasta el momento. De allí nuestra desconfianza en la real “voluntad política” expuesta con mucha fuerza publicitaria en la segunda vuelta presidencial para atraer aliados. Vemos la dilación para iniciar los diálogos con el ELN, no abandona múltiples inamovibles en las discusiones de La Habana con las FARC y los afianza en la medida que el Centro Democrático de Uribe lo ataca.

La negativa a declarar el cese bilateral de fuegos contradice sus vulgares manipulaciones con las víctimas del conflicto mientras se empeña en seguir generándolas con medidas guerreristas degradantes como los bombardeos indiscriminados y los “planes de consolidación”. Al tiempo, no solo no abre compuertas, cada día cierra posibilidades a la participación popular en política y teme a la discusión abierta sobre las soluciones para avanzar hacia la paz con justicia social con su tozuda negativa a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente de claro origen popular que defina las pautas que guíen a cambios estructurales en todos los planos.

Realmente, Santos no ha hecho cosa distinta a obedecer al imperialismo norteamericano en todo. En economía y política Santos I ató a Colombia a la Alianza Pacífico, que revive las ideas del Alca y se contrapone a proyectos democráticos de integración latinoamericana y caribeña como el Alba, Celac y Unasur; ha facilitado el saqueo del recurso minero-energético y da facilidades crecientes a los flujos de capital transnacional. Habla de paz pero sigue el coro belicista, desestabilizador y conspirador del Pentágono con el apoyo a la OTAN que incluye afiliar a Colombia a esa máquina de muerte desnudada ahora con claro beneficio a los yanquis y su macabro aliado judío-sionista en Israel, que abiertamente atiza los conflictos internacionales más candentes con sus resoluciones agresivas contra la soberanía de Ucrania, los pueblos árabes y del Medio Oriente en abierta confrontación con el imperialismo Ruso y sus aliados de Oriente creando un peligroso foco de conflagración militar que puede envolver al mundo.

Salta a la vista de cualquier luchador popular la urgencia de impulsar la unidad de acción que desemboque en un Frente Antiimperialista y Antioligárquico de gran cobertura social y política entre los trabajadores, el pueblo y sus organizaciones. Un Frente que ponga al centro la lucha política contra el autoritarismo presidencialista de corte fascista y centrada en lo extra institucional aunque aproveche los pequeños espacios institucionales para debilitar al régimen, que entienda su amplitud por el programa de lucha y la diversidad de formas de organización y acción del campo popular, democrático, progresista, de izquierda y revolucionario. Que no confunda su amplitud con ilusiones de alianzas con sectores (o líderes) de la oligarquía vendepatria, explotadora y antidemocrática.

Necesitamos un Frente de lucha popular que como gran expresión de su amplitud y ambición luche por conquistar un gobierno democrático, patriótico y popular que facilite un salto político y organizativo de los trabajadores y el pueblo para derrotar al capitalismo en nuestro país. La conformación de ese Frente Amplio hoy tiene la tarea de oponerse a todas las políticas de Santos, incluida su idea de paz como sometimiento al régimen, juzgamiento de insurgentes y triunfo militar (“La paz es el triunfo” dice Santos a los comandantes de las FFMM), enarbolando sus propias banderas de paz con justicia social con la lucha popular que presione al Gobierno y al régimen para lograr el tratamiento político al conflicto y alcanzar una verdadera apertura democrática. Vemos necesario los esfuerzos de la CUT para avanzar en esa dirección.

¡Viva la lucha clasista y unitaria del VI Congreso de la CUT!
¡Combatiendo Unidos Venceremos!

Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)

Colombia, septiembre del 2014