Respuesta a María Jimena Duzán

RESPUESTA A MARÍA JIMENA DUZÁN

Le envío un respetuoso saludo.

Le respondo su carta animado por la convicción de que la paz para Colombia es una urgencia, y todas y todos debemos comprometernos con ella, propósito que requiere del diálogo.

Aunque todos decimos que queremos la paz, no hay identidad en el tipo de paz que nos planteamos como sociedad. Por ello, hay que buscar los punto de confluencia, tal como ocurre en todos los propósitos colectivos; ésta es la única manera de alcanzarlos, lo que nos plantea un esfuerzo mayúsculo.

Esto ocurrió entre el gobierno del presidente Santos y nosotros. Que hemos sido capaces de llegar a un Acuerdo de Agenda y de hoja de ruta, aún estando en orillas opuestas. Invertimos más de dos largos años para lograrlo y esto hay que resaltarlo.

Los intentos de imponer condiciones siempre estuvieron presentes en este tiempo, ello significó, igual que hoy, serios atranques en el desarrollo del diálogo exploratorio.

Nunca hemos negado que por diversas razones, hemos privado de libertad a algunas personas; con pleno conocimiento de ello, construimos con el Gobierno, la Agenda conocida por la opinión, sin que esto hubiese sido una imposibilidad para acordarla.

El pasado 30 de Marzo llegamos al último acuerdo bilateral, para anunciarle al país y la comunidad internacional el Acuerdo alcanzado y definir que en Ecuador instalaríamos la mesa, para iniciar la fase pública de negociaciones, en los días venideros.

Hemos ratificado ante Colombia y el mundo nuestro compromiso por la paz y así lo ratificamos hoy, porque tenemos plena disposición de cumplir la palabra empeñada.

En el Quinto punto de la Agenda, deben ventilarse y buscar soluciones a situaciones de tipo humanitario, que las Partes somos conscientes que hay que tratar, a las que nosotros llamamos los dolores, que todos tenemos fruto del conflicto que buscamos superar.

Somos conscientes que las retenciones de cualquier tipo, afectan de manera sensible a quien las vive y a su entorno familiar y social, por lo que siempre hemos tenido claro que debemos reducirlas al mínimo y en lo posible, que nunca más ocurran, reflexión que nos ha llevado a disminuirlas de manera significativa. De esto solamente tenemos consciencia nosotros, mientras el resto de la sociedad lo desconoce y es manipulada por las grandes empresas de información, para que crean lo contrario, debido a que todo lo malo que ocurre nos lo achacan deliberadamente, y cuando al tiempo las cosas se aclaran el daño ya queda hecho.

Cuando hemos incurrido en errores, de todos es conocido que sin dilación reconocemos lo que hacemos y no requerimos de presiones para asumir responsabilidades.

Valoramos muy desafortunado que luego de lo acordado el 30 de marzo, que generó grandes expectativas, el presidente Santos de manera intempestiva y unilateral, haya colocado nuevos impedimentos para avanzar, ello es claramente violatorio de lo acordado. De esa forma, el gobierno ha congelado los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional.

Aquí caben varias preguntas: ¿Si estos condicionamientos los hubiésemos hecho nosotros, cómo hubieran reaccionado los creadores de opinión?, ¿es lícito y está bien hecho que sólo una Parte pueda colocar exigencias por fuera de la mesa de diálogo?

Nos duele el drama carcelario, es infame y miserable el ensañamiento contra los y las presas políticas. Igualmente nos afecta la tragedia de los niños que en La Guajira y el resto del país mueren de hambre. ¿Quién no se indigna por los indígenas asesinados durante estas movilizaciones, por los heridos y encarcelados y por el trato de guerra que le dan a la protesta social? Lacera el alma el asesinato y desaparición de luchadores populares, sindicalistas y defensores de Derechos Humanos y los millones de desterrados. Pero todos estos dolores no otorgan el derecho de imponer condiciones a la otra Parte, después de elaborada la Agenda de negociación y de estar definidos unos Acuerdos.

Contrario a los argumentos del Gobierno, que ha planteado que los diálogos deben hacerse en medio del conflicto, hemos sustentado lo coherente y benéfico que sería desarrollar un Cese al fuego bilateral, para crear un ambiente social favorable al proceso de paz y como gesto humanista, con los millones de colombianas y colombianos que viven en medio del conflicto; aún sin compartir las lógicas del gobierno en este campo, aceptamos dialogar y negociar en medio del conflicto.

En este complejo contexto y en unas circunstancias fortuitas, sin obedecer a plan o cálculo alguno, se produjo la retención de la señora Salud Hernández.

No todos los colombianos y colombianas ni la comunidad de periodistas, tienen un conocimiento ni valoración plenos de la realidad que se vive en las regiones de Colombia, valoradas por el gobierno como zonas de guerra, donde la única presencia del Estado son sus Fuerzas Armadas y su paramilitarismo, coordinados todos tras el objetivo de destruir a la insurgencia; realidad que nos obliga a mantener en alto nuestros planes de seguridad y defensa.

A la señora Hernández no la retuvimos porque fuera periodista, corresponsal de guerra o porque nos incomode que tome partido en el conflicto a favor de la extrema derecha y el paramilitarismo, no; sencillamente los compañeros encargados del control de ese territorio, la retuvieron para descartar riesgos de seguridad y la liberaron cuando recibieron la orden del Comando Central. Su liberación se demoró debido a la operación militar del ejército gubernamental, quien intentó rescatarla, como lo corroboran las declaraciones de ella. Por tanto, no es exacta la apreciación de que estuvo secuestrada ni que se hizo para amordazar la libertad de expresión.

Le agradezco mucho su carta, porque nos invita a la reflexión sobre varios temas trascendentales para el país, que merecen una mayor profundización. Sobre la seriedad que debe tener el Estado para cumplir sus compromisos. Sobre la urgencia de pactar un Cese al fuego bilateral, como el gesto de paz que favorece a todos y todas. Sobre la forma como se manipula la información en medio de la guerra. Sobre las condiciones que deben crearse, para que la libertad de expresión no sea un derecho exclusivo de una pequeña elite.

Reiteramos nuestra disposición a seguir construyendo los caminos que permitan las transformaciones, para que la paz sea el puerto de llegada que necesita Colombia. Seguimos atentos y solícitos para acudir a un próximo encuentro con el gobierno, para darle curso a la fase pública concertada desde el pasado 30 de Marzo.

Cordialmente,

Nicolás Rodríguez Bautista
Primer comandante del ELN