Persistir para ganar la paz

PERSISTIR PARA GANAR LA PAZ*

Una vez más en Colombia y de nuevo a causa del comportamiento retardatario de las elites dominantes, se puede perder un momento histórico favorable, para avanzar hacia un contexto de paz y hacia nuevos rumbos de país; que pueden frustrar otra vez los intentos por buscar soluciones el conflicto social y armado, sin la violencia que impone el régimen. A esa situación nos está llevando la intransigencia y la conducta de no cumplir acuerdos, por parte de la mayoría de las clases dominantes; que hoy se agudiza con el regreso a la presidencia de los seguidores del ex presidente Uribe. Son ellos los que de nuevo tienen la palabra y los que determinan, como decía Camilo Torres, en qué condiciones los colombianos tenemos que adelantar la lucha, si por una vía pacífica o por otras.

Frente a esta amenaza de retroceso, la salida es no desistir, no desfallecer, no aflojar, no facilitar la fragmentación de las mayorías, que estamos por la democratización del país y la paz. Por el contrario, corresponde multiplicar los esfuerzos tendientes a propiciar y fortalecer la movilización por la paz y las transformaciones. Hoy esto tiene más posibilidades que en los años anteriores, por el apersonamiento cada vez mayor que tiene el movimiento social frente a la paz con cambios, y por el significativo respaldo dado a la alianza por la paz liderada por Gustavo Petro, en las recientes elecciones presidenciales.

Las FARC ya cumplieron. Pero la clase dominante, faltando a la palabra empeñada, sigue incumpliendo los Acuerdos, los sigue renegociando, los sigue haciendo cada vez más insignificantes. En las reglamentaciones que en esta semana, acaba de hacerle el Congreso a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), siguieron haciendo “trizas los acuerdos”, al seguir modificando, en cabeza del Centro Democrático, aspectos sustanciales de los mismos. Uribe ha anunciado que en la nueva legislatura va por más, con lo cual terminaría haciendo más insignificantes la esencia de los acuerdos firmados entre el Estado y las FARC

Nos preguntamos, ¿qué le espera a los acuerdos firmados en los años anteriores, con distintos sectores sociales y regiones que se han movilizado? Firmar, engañar y después no cumplir, ha sido la conducta tradicional de la oligarquía colombiana. Los indígenas, los campesinos, los trabajadores, los movimientos cívicos y demás procesos, lo han experimentado en carne propia. Este comportamiento viene de muy atrás.

En el caso del proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional, después de 4 años de conversaciones cinfidenciales, el 30 de marzo del 2016, llegamos a un acuerdo con el Gobierno sobre la arquitectura y la agenda del proceso de conversaciones que desarrollamos actualmente, cuyo objetivo es precisamente la terminación del conflicto armado, mediante un acuerdo de paz. Pero Duque, una vez ganadas las elecciones del 17 de junio, está diciendo: “Lo que se le puede decir al ELN es que si quieren desmovilización, desarme y reinserción se deben concentrar territorialmente con supervisión internacional y el monitoreo de las fuerzas militares”.

Con ello está pateando la mesa de conversaciones y los esfuerzos hechos con el actual gobierno, en tanto desconoce lo acordado el 30 de marzo del 2016, y recurre nuevamente a los ultimátum y condicionamientos, a la unilateralidad y a la negación de la existencia del conflicto y de la insurgencia.

Incluso, tal desmesura la reitera cuando el nuevo presidente asume una actitud despreciativa, frente al cese al fuego cumplido entre el 1 de octubre del año pasado y el 9 de enero el presente; cuando declaró que: “me parece muy grave que el Gobierno haya aceptado un cese al fuego bilateral”.

No obstante, las declaraciones anteriores y con el propósito de darle continuidad a los esfuerzos hacia la paz, reiteramos la invitación a que el Gobierno entrante visite la Mesa de conversaciones, para que se entere de los Acuerdos y del desarrollo de la Agenda.

A diferencia del inicio de la anterior presidencia de Uribe (2002-2010), hoy existen mejores condiciones para enfrentar la ofensiva reaccionaria contra la paz, las transformaciones y contra todos los acuerdos preexistentes-, también contra el movimiento social, la oposición, las consultas populares, las demandas ambientalistas y en general contra las aspiraciones de cambio que bullen en la sociedad colombiana.

Juntando muchas fuerzas, la de los movimientos sociales, la del 42 por ciento que votaron por cambios para el país, asumiendo una línea clara de oposición y acudiendo a la movilización, vamos a neutralizar que sigan haciendo trizas los esfuerzos hacia la paz, los acuerdos conquistados en los años anteriores por las luchas sociales y las aspiraciones de cambio, que hoy se expresan con más fuerza en Colombia.
───────────────────

* Editorial de la Revista Insurrección Nº 640.