Pasar a buen retiro a Uribe Vélez

PASAR A BUEN RETIRO A URIBE VÉLEZ*

La campaña contra la paz del ex presidente Uribe Vélez viene desde el siglo pasado y la prosigue en éste; cuando el Estado firmó los Acuerdos con las FARC juró “hacerlos trizas”, por esto presentó las Objeciones a la justicia pactada en estos Acuerdos, las que rechazó la mayoría del Congreso; ahora más que Objeciones, Uribe sigue con sus obsesiones de impedir que Colombia busque pasar la página de una guerra de 70 años… ¿No es hora de que éste ex presidente se retire y se dedique a cuidar a sus nietos?

Algunos de sus antiguos seguidores han comenzado a insinuarle que es mejor para el país entrar en un periodo de reconciliación, que deje atrás su campaña de cohesionar adeptos por medio de la polarización soportada en el odio y el miedo. Este llamado a “hacer las paces”, desde antes se lo han hecho a Uribe Vélez amplios sectores de la sociedad colombiana y de la comunidad internacional, sin que él haya dado muestras de querer escuchar.

El pasado 12 de junio el Instituto para la Economía y la Paz (IEP por sus siglas en ingles) publicó su Informe anual sobre el Índice Global de Paz (Global Peace Index), donde Colombia quedó ubicado en la posición 143 entre un total de 163 países, que corresponde al segundo peor de Suramérica.

El IEP catalogó a Colombia como uno de los países más violentos de América por la aplicación del Terror Político; también resalta que la confianza en las Fuerzas Armadas es la sexta más deteriorada a nivel global y que la credibilidad en el Gobierno se redujo en un 20 por ciento, clima de violencia extrema que destroza una cuarta parte de toda la riqueza que produce el país.

Los investigadores internacionales califican como Terror Político a la persecución y asesinato sistemático de líderes sociales y ex combatientes, la arremetida contra los Acuerdos de Paz, y recrudecimiento de la guerra sucia en muchas zonas del país.

Contrasta el severo llamado de atención que hace el IEP, con la impunidad con que las élites gobernantes premian a sus agentes más involucrados en perpetrar y encubrir abusos graves de derechos humanos, como el recién ascendido General Martínez y el Ministro de Defensa Botero, a quien blindaron para que no le fuera impuesta una merecida Moción de Censura por parte del Congreso de la República.

Pese a que crecientes sectores de la sociedad colombiana repudian el belicismo e impunidad conducida por Uribe y ejecutada por el Gobierno de turno, estos prosiguen en su campaña de humillación y matoneo contra quienes demuestran querer cambiar y comprometerse con un camino de solución política del conflicto, como en el caso del Congresista Jesús Santrich, a quien el miércoles pasado insultaron y querían expulsar de la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes.

Es conocido el lema de Uribe de que “atacar la paz produce votos”, lo cual es uno de los motivos de la actual arremetida contra todo lo que signifique solución política y reconciliación, que es el corazón de la campaña de su partido dirigida hacia las elecciones regionales de octubre.

Más allá de solamente actuar por intereses tácticos, Uribe acoge los dictados de Trump sobre la ejecución de una nueva fase de su fracasada Guerra contra las drogas, con la que echan a pique los planes pactados con las comunidades campesinas para hacer sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito, al reemplazarlos por la erradicación forzada y la fumigación con el letal Glifosato; dictado funesto que entierra otro capítulo de los Acuerdos de Paz firmados con las FARC.

No hay que olvidar que también por otro dictado de la plutocracia que manda en Estados Unidos, el Gobierno de Colombia se hundió en el pantano al atacar a la hermana República Bolivariana de Venezuela, agresión que terminó con la ruptura de relaciones diplomáticas entres los dos países. Ojalá ahora que está en curso en Venezuela un diálogo del Gobierno y la oposición, Duque no se entrometa en la búsqueda de una solución política en el país vecino.

Por fortuna las fuerzas que están por la solución política del conflicto y la reconciliación siguen creciendo y agrupándose para defender la paz en movilizaciones que ya cubren las regiones colombianas y colectivos de apoyo en numerosos países.

Para la lucha por paz, justicia social, democratización, soberanía y sacar la violencia de la política, la sociedad colombiana puede seguir contando con el Ejército de Liberación Nacional.
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* Editorial de la Revista Insurrección Nº 691.