Grupo Obrero Revolucionario: El trotskismo armado en la Argentina

 GRUPO OBRERO REVOLUCIONARIO: 
 EL TROTSKISMO ARMADO EN LA ARGENTINA
 
 EUDALD CORTINA
 
 Tras su ruptura con el sector morenista, el debate entorno al ejercicio de la lucha armada constituyó un eje unificador para los militantes del PRT El Combatiente (PRT-EC). Sin embargo, entre el cuarto y el quinto congreso del partido, una serie de discusiones y pugnas internas alrededor de este tema derivará, primero, en la formación de tres tendencias internas con posiciones encontradas, y, finalmente, con la ruptura de un importante núcleo de militantes, algunos de los cuales formarán, poco tiempo después, el Grupo Obrero Revolucionario (GOR).
 
 La principal oposición a la concepción de la lucha armada que propugnaba el sector santuchista se va a dar en el Comité Ejecutivo del PRT, donde Santucho se encontraba en minoría, aunque las discusiones no tardaron en extenderse al resto de la organización. El eje del debate se centró en el concepto de guerra revolucionaria que reivindicaban Santucho, Mena y Pujals, entre otros, quienes conformaron la llamada tendencia leninista para defender su posición.
 
 Opuestas a este sector, van a surgir a lo largo de 1969 la tendencia proletaria y la tendencia comunista -encabezadas por Sergio Domecg y Daniel Pereyra respectivamente— que un año después darían origen a dos nuevas organizaciones revolucionarias: Orientación Socialista (OS) y el GOR.
 
 Daniel Pereyra , subraya al respecto: "Un sector del PRT-EC nos damos cuenta, tal vez al año de andar, de que teníamos discrepancias con el concepto de la lucha armada elaborado por Santucho, A nuestro criterio era una concepción extremadamente militarista, que planteaba la necesidad inmediata de crear el ejército revolucionario e iniciar la guerra revolucionaria. Lo uno para lo otro. Crear el instrumento y comenzar a desarrollarlo".
 
 Planteada la disidencia en el interior del PRT, la misma no tardaría en conjurarse a través de la ruptura. En efecto, la tendencia proletaria -la más opuesta al concepto de guerra revolucionaria- dio el primer paso. Sus militantes, aunque no muy numerosos, venían realizando un trabajo ciertamente promisorio en algunos sectores del movimiento obrero y habían aportado algunos de sus miembros al Comité Ejecutivo del PRT. Cuando creyeron agotadas las instancias del debate sin haber logrado la modificación de la línea santuchista, abandonaron las estructuras del partido. Por su parte, la tendencia comunista optó quedarse dentro de la organización, aunque con el propósito de "tratar de influir y corregir este militarismo” , como era previsible, la convivencia no tardaría en estallar en una nueva crisis y en una nueva ruptura. Años después, las tendencias proletaria y comunista se volverán a encontrar en la formulación de un nuevo proyecto común: la corriente clasista.
 
 El V Congreso: la ruptura
 
 En mayo de 1970 se realiza el V Congreso del PRT, en cuyo transcurso se creará el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Consagrada la dirección de Santucho y la guerra revolucionaria como línea política hegemónica, la salida de la tendencia comunista quedaba, a su vez, cristalizada. "En realidad, nosotros no rompemos con el PRT" -explica Pereyra- "realmente, el que rompe es Santucho. Porque en el Comité Ejecutivo del PRT, Santucho estaba en minoría, aunque es cierto que controlaba las principales regionales del interior, como Rosario, Córdoba y Tucumán. Nosotros, de alguna manera, controlábamos Buenos Aires, La Plata y teníamos la mayoría del Comité Ejecutivo que había surgido en el IV Congreso del PRT. Eso no se podía alterar, sí no era en un nuevo Congreso. Un buen día" -continúa Pereyra— nos enteramos que se había realizado un nuevo Congreso del Partido, en el que nosotros no estuvimos presentes. Ni siquiera se nos había invitado. De alguna manera, a Santucho le incomodaba terriblemente y consideraba una pérdida de tiempo el debatir con nosotros". La realización del V Congreso, pues, zanjaba la cuestión.
 
 En efecto, las resoluciones del V Congreso del PRT abundan en críticas a los sectores internos opuestos al lanzamiento del partido a la guerra revolucionaria y específicamente a la tendencia comunista, cuyas propuestas políticas serán calificadas de "morenistas de Centro", a la vez que se acusará a sus militantes de incurrir en "gravísimas infracciones a las normas de clandestinidad, casi lindantes con la delación” , tras la elaboración del "Proyecto autocrítico", más conocido por las iniciales de sus autores, BPA (Bernando, Polo, Alonso). 
 
 La ofensiva contra la tendencia comunista avanzará aún más en el apartado "¿Adonde va el centrismo?", elaborado por la dirección: "Estas son las dos posibilidades, los dos caminos entre los que pueden optar los centristas en la encrucijada actual; salvar su 'personalidad', su amor propio, su 'prestigio', indisciplinarse al Partido y separarse de él antes o durante el Congreso, procurando hacerle el mayor daño posible o reconocer la posibilidad de estar equivocados, prestar oídos a las opiniones de la base obrera, aceptar las resoluciones de la mayoría y adoptar una clara disposición a integrarse al nuevo Partido, esforzándose por liquidar todo resabio morenista ". Y más adelante se advertía; "El principio táctico que debe guiar nuestra actitud frente a los centristas es el que tan bien resumiera Mao al utilizar la expresión 'matar la enfermedad para curar al enfermo'. Es decir, debemos atacar unánime y constantemente la enfermedad ‘morenismo pequeño burgués' que sufren los elementos del Centro" .
 
 Finalmente, el V Congreso del PRT dio por concluida la lucha de tendencias en el interior de la organización: "El Partido" -exalta en su resolución final— "ha vivido casi 7 meses de lucha interna, abierta; el Congreso ha puesto fin a esta experiencia y de él nuestro Partido sale fortalecido y depurado. La experiencia que acabamos de vivir debe grabarse a fuego en la memoria del Partido y en adelante debemos prever cotidianamente y matar de raíz, con el ejercicio de la crítica, la autocrítica y la vigilancia proletaria, cualquier resurgimiento de la hierba venenosa del morenismo pequeño burgués y burocrático" .
 
 Pero si la dirección de Santucho quedaba fortalecida, la situación de los sectores que quedaron fuera del V Congreso era por demás compleja, toda vez que sus lineamientos estaban fundamentados, en gran parte, por la oposición a la política consagrada hegemónica. Dentro de la tendencia comunista las consecuencias de la crisis no tardaron en presentarse: inmersa en un período de dispersión, algunos militantes se desvincularán de la actividad política y otros se unirán a la tendencia proletaria, que continuaba volcada al trabajo en el movimiento obrero. El resto de los militantes, sin embargo, empezará a reorganizarse en lo que pronto se daría en llamar Grupo Obrero Revolucionario. 
 
 "Nosotros, los que estábamos fuera de El Combatiente" -subraya Pereyra- "no nos sentimos política ni moralmente avalados para disputar el nombre de la organización, ni teníamos la idea de continuar con un nombre que, por otra parte, nos quedaba grande. Frente a la realidad que implicaba Santucho, su aparato, su periódico, nosotros no estábamos en condiciones, ni teníamos ganas de establecer una pugna de este tipo, ni teníamos la claridad política suficiente para ello. Adoptamos el nombre de Grupo Obrero Revolucionario porque no éramos un partido, por eso Grupo. Obrero porque le dábamos una gran importancia al trabajo en el movimiento sindical. Y Revolucionario, por razones obvias. Un nombre modesto" -concluye- "para un surgimiento y una realidad modesta" .
 
 Entre el militarismo y el movimiento obrero
 
 El GOR surge en 1971 a medio camino entre una línea política dirigida al trabajo sobre el movimiento obrero y la reivindicación de la lucha armada heredada del PRT. Organización pequeña en su origen, dedicará la mayor parte de sus esfuerzos al trabajo sindical y estudiantil, pero sin dejar de argumentar, por otro lado, la necesidad de la praxis armada como un instrumento básicamente de propaganda y de autodefensa del movimiento obrero. 
 
 "Entendíamos que se vivía una situación prerrevolucionaria y considerábamos, y creo que con razón" -sostiene Pereyra- "que todo el accionar armado que se hacía gozaba de amplia simpatía popular y que la mayor parte de las acciones que se realizaban estaban plenamente justificadas como expresión de la resistencia popular". Esta posición no era excluyente de diferencias con otras organizaciones armadas, en especial el PRT-ERP. "La diferencia estaba" -continúa Pereyra- "en que ellos estaban constituyendo un ejército. Lo nuestro era una acumulación de fuerzas acorde con la marcha de la lucha de clases. Para ellos la tarea militar fundamental era tomar cuarteles y conseguir armamento pesado. Nosotros entendíamos la actividad armada como un fenómeno de apoyo al movimiento obrero y de resistencia" .
 
 Asumida, pues, la lucha armada como un eje necesario de su actividad revolucionaria, el GOR va a realizar desde sus inicios hasta la asunción de Campora, en 1973, un importante número de operativos político-militares orientados a dar publicidad a la organización, a apoyar las demandas del movimiento obrero y a denunciar la situación de los presos políticos.
 
 Dada la poca experiencia militar de sus militantes y debido a las limitaciones propias de una organización pequeña, el Grupo Obrero Revolucionario realizará gran parte de sus operativos con el apoyo de otras organizaciones revolucionarias, especialmente con las FAL-América en Armas, aunque esta colaboración en tareas militares no produjo, en cambio, un acercamiento en lo político. "Con América en Armas hubo un período largo, de dos o tres años de acercamiento, de bastante práctica militar conjunta, pero de poca discusión política, salvo sacar un comunicado. No hubo gran práctica de debate político. Hicimos cosas que marcaban un cierto acuerdo político. Pero no era un acuerdo político suficiente como para conformar una sola organización” .
 
 En septiembre de 1972, luego del asesinato de presos políticos en la cárcel de Trelew, las FAL-América en Armas y el GOR realizaron varias acciones de represalia contra la Marina. Las operaciones consistieron en casi diez "allanamientos" en domicilios de oficiales de la Armada en las que se recuperaron varias armas y uniformes, que generó un estado de conmoción entre los militares. La campaña finalizó el domingo 10 de septiembre, cuando un equipo de FAL-América en Armas, con apoyo del GOR, secuestró en vuelo un helicóptero, piloteado por un militar retirado, y arrojó sobre el estadio de Huracán 20.000 volantes denunciando la masacre de Trelew. La excusa para abordar la nave fue la realización de tomas fotográficas de una modelo en una estancia, a la que sólo se podía arribar desde el aire. Iniciado el vuelo, la "modelo" y el "fotógrafo" desenfundaron sus armas y obligaron al piloto a desviar su ruta hacia el estadio, donde una multitud de personas asistían a un importante partido de fútbol. Una vez allí, arrojaron los panfletos sobre las colmadas tribunas y huyeron hacia Quilmes, donde aterrizaron en la plaza de un barrio obrero. Una hora después, la Policía Federal encontró el helicóptero secuestrado pintado con las siglas FAL y GOR .
 
 Cinco meses más tarde, el 12 de enero de 1973, ambas organizaciones realizaron una nueva acción conjunta, en lo que constituyó, posiblemente, su operativo más resonante: el secuestro del jefe del Servicio de Psiquiatría de la Cárcel de Villa Devoto. Poco después, ambas organizaciones daban publicidad a un comunicado donde especificaban el carácter de su acción: "Con la detención del Dr. H.N. D’Aquila no se ha perseguido la obtención de rescate alguno. A través de esta acción nos proponemos esclarecer y denunciar públicamente las aniquilantes condiciones a que están sometidos los presos políticos en las cárceles del país, un país que pretende hallarse en camino a la institucionalización... Denunciamos aquí"—finalizaba el comunicado- "una de las manifestaciones extremas de esta violencia que se ha vuelto cotidiana. Esta realidad no podrá ocultarse tras el velo de elecciones amañadas y fraudulentas". Finalmente, tras ser interrogado y haber logrado la publicidad deseada, el detenido fue liberado. Pocos meses después, en julio, se publicaba el interrogatorio que los guerrilleros le hicieron al médico secuestrado, en un pequeño libro titulado Máxima Peligrosidad .
 
 En marzo de 1974, las dos organizaciones volverán a realizar un operativo conjunto. Se trató del secuestro del médico Daniel Lafont, encargado de la atención de las obreras del frigorífico Tres Cruces ubicado en la zona sur de la provincia de Buenos Aires. Lafont fue acusado de no conceder permisos médicos aún en situaciones de enfermedad comprobada y de abuso contra las trabajadoras más jóvenes. Interrogado durante una semana, se lo condenó a renunciar a su empleo, y fue liberado el 14 de marzo. También en este caso las dos organizaciones publicaron las confesiones del médico.
 
 Paralelamente a estas acciones de propaganda y denuncia, el GOR realizó durante este período un buen número de tomas de fábricas acorde con su concepción de lucha armada: agitación, propaganda y autodefensa. Las tomas, tanto de fábricas como de transportes, seguían prácticamente un mismo patrón. Un militante de la organización realizaba un breve discurso, se lanzaba alguna consigna relativa a la situación de la empresa y se procedía al reparto de volantes y a la pintada de consignas. Así sucedió en las empresas metalúrgicas MEREX, en Avellaneda, el 29 de marzo de 1972, y FABRE-MET, en Villa Lynch, efectuada el 26 de septiembre del mismo año.
 
 Estructura organizacional
 
 La mayoría de los militantes que formaron el GOR provenían del PRT y algunos de ellos habían tenido una militancia previa en el viejo Palabra Obrera. El grueso de los activistas de la nueva organización eran jóvenes que habían estado encuadrados en el frente estudiantil y barrial del PRT, aunque algunos de ellos ya eran profesionales. Daniel Pereyra recuerda que la mayoría tenía una extracción social "normalita, de clase media en sus diferentes niveles" y casi todos provenían del Gran Buenos Aires, zona en la que el GOR desarrolló preferentemente su militancia y operaciones armadas. Esta situación cambió en 1975, cuando se incorporaron a la organización los militantes de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), permitiéndoles ampliar su área de militancia hacia La Plata.
 
 Según el testimonio de ex militantes, el Grupo Obrero Revolucionario llegó a contar con un máximo de 150 militantes organizados durante el período de mayor desarrollo -situado entre 1975 y 1976- coincidiendo con el período de las Coordinadoras Fabriles, en las que participó muy activamente, militancia que, seguramente, facilitó la incorporación de nuevos militantes.
 Las experiencias partidarias previas de los militantes del GOR marcaron una pauta en la organización dirigida a garantizar la democracia interna. "No hay que olvidar de donde proveníamos. Del morenismo, que era una organización bastante jerarquizada y centralizada, con rasgos burocráticos importantes desde su dirección. Y después, la experiencia en el PRT con Santucho, que era militarmente burocratizada. Para nosotros siempre fue fundamental que existiera una gran democracia interna, que todo se debatiera, que se discutiera. Que la Dirección no ejerciera por el hecho de serlo ningún poder especial. Todo el período que se vivió en la clandestinidad, por supuesto que fue un obstáculo. Pero en el GOR siempre hubo discusión, boletines internos. Siempre hubo debates y tendencias dentro de la organización" . 
 
 La formación política al interior del GOR se centraba en el debate sobre los materiales que elaboraba la propia organización y en algunos cursos elementales, destinados a la gente que se contactaba, y a los que el GOR daba especial relevancia. Además de los documentos y boletines internos, editaron en una primera etapa Lucha de clases, como órgano de la organización, que a partir de marzo de 1976 fue reemplazada por Combate Socialista, una publicación de carácter teórico-político. Paralelamente apareció también Combate Socialista Internacional, con artículos de fondo sobre política internacional.
 
 A nivel militar, los miembros del GOR habían recibido un entrenamiento "muy pobre, de un nivel elemental. Acorde con las propias características que le dábamos nosotros a la cuestión militar. Aprender a manejar un arma, a tirar. Muchas veces había que hacer acciones de protección o de acompañamiento. La idea general era que cualquier militante estuviera capacitado para participar en una acción armada, pero no era una obligación. No se pretendía que todo el mundo tuviera el mismo grado de eficacia" . 
 
 Internamente, el GOR se estructurará a la manera clásica de un partido bolchevique. Establecerá un sistema de células clandestinas de entre cinco y seis personas, organizadas básicamente en dos frentes de trabajo, el frente sindical y el frente estudiantil. Ambos frentes funcionaron como organizaciones departamentales, con una dirección por frente que agrupó a las diferentes células. Además de la "dirección obrera" y la "estudiantil", se creó una Dirección de zona, integrada por los responsables de cada célula, cuyo objetivo principal fue la coordinación celular. En cuanto a los estamentos de la organización, el GOR contó desde su nacimiento con dos órganos de conducción esenciales, el Comité Central, que en un principio actuó como una Dirección ampliada, y el Buró Político o Secretaría. Las resoluciones del primer Congreso del GOR otorgaron al Comité Central la función de dirigir políticamente a la organización, mientras que el Buró Político se encargó de ejecutar las directivas del Comité Central.
 
 Junto a estos organismos básicos, existían también ciertas estructuras de dirección especiales. Básicamente, el Comité Militar y el Comité de Redacción y Propaganda. Este último tenía a su cargo la elaboración del órgano del GOR, la propaganda y los materiales de formación que editara la organización. El Comité Militar, por su parte, dependía directamente de la Dirección, por lo que todas las acciones armadas dependían de la dirección política, y no estaba autorizado para realizar operativo alguno de manera independiente. Se ocupaba de la logística y de implementar las tareas militares, votadas por el Comité Central o el Buró Político. Aunque estuviera dotado de una estructura permanente, el Comité Militar se iba articulando en función de los diferentes operativos que se fueran a realizar. De esta manera, la organización destinaba una serie de militantes, entre diez y quince, que actuaban bajo la dirección del Comité Militar durante el tiempo que durase la operación. Una vez llevado a cabo el operativo, cada militante regresaba a su frente de trabajo.
 
 Durante 1978 la organización realizó una profunda reestructuración a consecuencia de la caída y pérdida de militantes, de manera que fueron desapareciendo algunos de los órganos auxiliares e intermedios. El Comité Central asumió todas las tareas de conducción. Desapareció también el Comité de Redacción y Propaganda, cuya actividad pasó, igualmente, al Comité Central.
 
 Las elecciones
 
 El Gran Acuerdo Nacional (GAN) y el proceso de institucionalización abierto por Lanusse darán paso al proceso electoral que culminará el 11 de marzo de 1973. Frente a esta nueva coyuntura política, el GOR cuestionará con dureza el proceso eleccionario, al cual consideraba como "un intento de legalizar la dictadura". Para el Grupo Obrero Revolucionario, “la farsa electoral pretende continuar con los objetivos de explotación de la Revolución Argentina", con la salvedad de que "ahora las fuerzas armadas están dispuestas a compartir el poder con los partidos políticos" .
 
 Es a estos partidos a los que dirigirá gran parte de sus críticas: "... excluidos del poder hace siete años, buscan desesperadamente compartir los beneficios del poder, el presupuesto, las licitaciones, las embajadas. Por todo ello están de acuerdo con esta maniobra". Frente a esta realidad, las organizaciones revolucionarias, entre las que se incluye el GOR, "no tienen candidatos ni piden votos". Señalan, por el contrario, "otro camino, el del desarrollo de la guerra revolucionaria por el socialismo". El documento, firmado por el GOR y América en Armas, termina afirmando: "Suba quien suba, será para ejercer la violencia del régimen. Respondamos con la violencia obrera y popular" .
 
 Nada de esto iba a suceder. A pesar de adoptar esta posición totalmente contraria al proceso electoral que llevará el 25 de mayo de 1973 a Cámpora y al peronismo al poder, el GOR emprenderá una reestructuración profunda de su accionar armado como consecuencia de los resultados de las elecciones. De esta manera, en el período comprendido entre la asunción de Cámpora y el golpe de 1976, limitará, en un principio, casi toda su actividad militar. "Prácticamente no hay ninguna acción armada durante este período. Sí que se realizaron acciones de propaganda, pero considerábamos que hacer acciones armadas bajo un gobierno que contaba con un respaldo tan amplio de la población era una locura. Esto va a cambiar en el final de este período. El accionar de la Triple A y las políticas económicas lanzadas desde el Gobierno de Isabel, desde nuestro punto de vista, justificaban respuesta si se tenía capacidad para hacerla" . 
 
 Así, en un documento fechado el 1° de noviembre de 1975, se sintetiza esta postura: "Confiar en las leyes burguesas, delegar en este gobierno cómplice la seguridad física de activistas, de militantes, de las masas; negarse a asumir la lucha armada para defender las organizaciones de la vanguardia y al movimiento de masas contra la represión oficial y para-policial, es sostener una política pacifista que sólo lleva a la desmoralización de los militantes y de las bases, quedarse en la contemplación de la violencia bárbara con que los explotadores pretenden atemorizar a las masas" . Y más adelante sostendrá con igual énfasis: "Asumimos e impulsamos la lucha armada para defender la organización y contribuir a la defensa y el desarrollo de las luchas obreras y populares. No se trata de suplantar la acción de las masas ni de ejercer ningún tipo de paternalismo. No se trata, con el actual grado de desarrollo de la lucha de clases, de hostigar a un enemigo infinitamente más poderoso, ni de aniquilar sus unidades. Se trata de garantizar la actividad de los revolucionarios en el seno de las masas y fundamentalmente desarrollar la autodefensa del movimiento de masas para que este esté en mejores condiciones frente a la represión para luchar por sus consignas" .
 
 La corriente clasista
 
 Frenada en gran parte la acción militar, en 1973 el GOR se lanzará a la conformación de la llamada corriente clasista del movimiento obrero, en colaboración con otras organizaciones revolucionarias. Tácticamente, la corriente clasista representará el eje alrededor del cual se va a ir desarrollando la organización y la puesta en práctica de su trabajo sindical.
 
 "La idea de crear una corriente clasista surge, en realidad, de una parte de aquellos compañeros de ¡a Tendencia Obrera del PRT, que tenían buen trabajo dentro del movimiento obrero y que se lo llevaron cuando abandonaron el PRT, antes que nosotros. Son ellos los que inician el trabajo de la corriente clasista". A este sector se van a añadir militantes y contactos cercanos a la Columna América en Armas de las FAL, de la Fracción Roja y, posteriormente, de la LCR y la Liga Comunista, "además de mucha gente independiente" .
 
 El GOR entendía que en un movimiento obrero burocratizado como el argentino "era necesario unir a los activistas, que aunque no eran revolucionarios, que no querían la toma del poder, por así decirlo, sí estaban dispuestos a un combate anticapitalista serio y a la recuperación de las organizaciones obreras por parte de sus propias bases. A esa gente había que agruparla, organizarla y prepararla para la lucha contra el capital y la burocracia" .
 
 La corriente clasista sufrió un proceso de implantación muy fuerte desde su inicio en la zona oeste del Gran Buenos Aires y en 10 o 15 gremios -entre ellos en Sanidad, Prensa, ATE, SMATA, y en gremios metalúrgicos y ferroviarios-, "cuando en el movimiento obrero del Gran Buenos Aires comienza a surgir con fuerza un movimiento opositor que se junta con todos los sectores opositores del movimiento sindical y conforman las coordinadoras, en oposición a la política antiobrera el gobierno de Isabel", explica Pereyra.
 
 Sin embargo, la polarización de los sectores sindicales clasistas entorno a las opciones mayoritarias, básicamente representadas por Montoneros y PRT, hará entrar en una crisis paulatina la idea misma de la corriente clasista. Un proyecto que, hacia 1975, finalmente quedará reducido a las propias fuerzas sindicales del GOR y de otras pequeñas organizaciones. Los escasos resultados obtenidos a raíz del trabajo realizado en la corriente clasista, y el desgaste causado entre los militantes, provocarán una serie debates que llevará a algunas tendencias internas a calificar la corriente clasista como una desviación sindicalista, y a la que responsabilizarán del retraso "teórico y político" de la organización. "Algunos compañeros del GOR y de la LCR" -afirma Pereyra- "tenían discrepancias con la creación de una corriente clasista porque tenían la vieja idea, mal llamada leninista, de que los revolucionarios lo que realizan es el partido, y fuera de éste lo que hay son organizaciones de masas. Para estos sectores" -concluye- "crear un organismo intermedio entre la organización de masas y el partido era o rebajar el nivel de trabajo político partidario o crear un híbrido que no llevaba a ninguna parte".
 
 La Fracción Roja y la LCR
 
 Entre finales de 1972 y principios de 1973, el PRT sufrirá dos escisiones, que reflejarán una serie de contradicciones en el seno del partido, agudizadas durante la coyuntura política pre-electoral. De estas tensiones internas nacerán el ERP-22 de Agosto, que acercará posiciones con el peronismo revolucionario, y la Fracción Roja, que ya transformada en Liga Comunista Revolucionaria, acabará integrándose en el GOR.
 
 Las diferencias de la Fracción Roja con la dirección del PRT serán muy parecidas a las que, años antes, habían producido la salida de la tendencia comunista y de los militantes que después formarían el GOR. La Fracción Roja cuestionaba la caracterización formulada por la dirección del partido, en el sentido de que la Argentina se encontraba en plena guerra civil revolucionaria, "mostrando la diferencia entre la situación pre-revolucionaria que es de un enfrentamiento latente y una guerra popular ya comenzada". Criticará, igualmente, con dureza lo que consideraba una "desviación militarista" de la organización, al considerar al Ejército Revolucionario del Pueblo como una organización de masas .
 
 Referente a la construcción del partido, la Fracción Roja cuestionará "una serie de aspectos de la metodología de la Dirección tales como el empirismo y el liberalismo" y enfrentará a lo que entendía como una "concepción centrista de un partido amplio, de masas", la necesidad de "un partido de cuadros revolucionarios, que pueda convertirse en vanguardia de nuestra clase obrera". En este punto, la nueva organización criticará la falta de reales criterios de trabajo" en el movimiento obrero "que llevaban a una agitación dispersa en sectores que no eran los fundamentales" . 
 
 Otro de los hechos que marcaron la ruptura fue el alejamiento paulatino del PRT de la IV Internacional, de la que se desvinculó formalmente durante 1973. Frente a esta postura, la Fracción Roja se reivindicó trotskista y defendió la necesidad de una consecuente posición internacionalista. De una manera elocuente lo expresó en Combate, su órgano de difusión: "Los militantes de la Fracción Roja levantan el desafío y dicen: ¡Sí, trotskistas! Trotskistas, porque el trotskismo es la teoría de la revolución permanente, es la crítica de la burocracia soviética, es el programa de lucha para el movimiento obrero basado en el sistema de las reivindicaciones de transición y es el internacionalismo proletario" .
 
 En la práctica, la Fracción Roja imitará el esquema organizativo del PRT-ERP, con el que tratará de competir abordando una importante actividad militar. Ante el rechazo por parte del PRT de todo debate de cara al VI Congreso, la Fracción Roja pasará a llamarse, durante 1974, Liga Comunista Revolucionaria (LCR) e iniciará un proceso de apertura y aproximaciones a otras organizaciones trotskistas, entre ellas el GOR. 
 
 "Con la LCR hubo un proceso que fue políticamente muy importante para nuestra organización" —señala Pereyra-. "Fue un proceso de debate, de intercambio de experiencias, que avanzó hasta llegar prácticamente a la unificación, con la asistencia del GOR al Congreso de la LCR. Un proceso que se frustró como tal por la caída casi completa de toda la dirección de la Liga Comunista Revolucionaria. A partir de ahí, lo que hubo fue el ingreso de casi todos los compañeros que habían quedado sueltos de la LCR al GOR".
 
 El proceso de unificación que se había iniciado con la LCR, anterior a la caída de sus dirigentes, también propició durante 1974 que el GOR evidenciara su postura frente al trotskismo y, particularmente, frente a la IV Internacional. "Hasta 1974, nos considerábamos trotskistas, pero no miembros de la IV Internacional. Había algunos compañeros dentro del GOR que no lo veían del todo claro, en razón de la política que la Cuarta había seguido en relación a la Argentina y a las distintas organizaciones. En especial, a la política que en su momento siguió de reconocer al PRT de Moreno". Ahora bien, "cuando empezamos nuestras relaciones con la LCR, el acercamiento a la IV Internacional fue impulsado por la propia LCR que tenía sumo interés en ello. Efectivamente, al cabo de un tiempo, durante el año 1974, el GOR emite una resolución adhiriéndose a la Cuarta, luego de un debate interno. A partir de entonces y hasta su desaparición, el GOR pasa a ser miembro, organización simpatizante, de la IV Internacional" .
 
 La entrada de los militantes procedentes de la LCR, hacia finales de 1975, no sólo va a suponer un crecimiento cuantitativo y cualitativo del GOR, sino que aportará a la organización una línea política definida, de la que prácticamente no había gozado durante su existencia. Esa definición ideológica, con una marcada impronta heredada de la LCR, quedará reflejada en las resoluciones del primer Congreso del GOR.
 
 El Primer Congreso
 
 En marzo de 1976, el Grupo Obrero Revolucionario realizó en Mar del Plata su primer y único Congreso que coincidió en el tiempo con el golpe de Estado y la caída del peronismo en el poder. En el momento de la realización del Congreso, el GOR contaba con 150 militantes, encuadrados en zonas: Capital, Sur, Oeste, Norte y La Plata. Estas zonas quedaban a su vez divididas en equipos, que fueron los que enviaron al Congreso alrededor de 30 delegados. Pese a que la situación política y represiva posterior obligó a replantear las principales definiciones emanadas del Congreso, éstas son un muy válido resumen sobre la línea política de la que se había dotado hasta ese momento. 
 
 En el apartado denominado "Estrategia de poder", la organización planteó que los acontecimientos recientes, en referencia a Chile, "demostraron una vez más que es imposible materializar un proyecto de transición al socialismo sin destruir el aparato del Estado burgués en su conjunto". En este sentido, las resoluciones del Congreso fueron claras en afirmar que esta destrucción del Estado, "sólo es posible mediante una revolución violenta", que implica "necesariamente la destrucción de las fuerzas armadas al servicio del sistema" .
 
 El GOR alertó, también, de los fracasos de los movimientos revolucionarios surgidos en los 60, producto del "traslado en forma mecánica y abstracta de la experiencia revolucionaria cubana". Por el contrario, sostuvo que el "enfrentamiento de clases debe tener como fuerzas sociales protagónicas opuestas a la burguesía industrial, por un lado, y al proletariado, por el otro; teniendo este enfrentamiento como terreno social y geográfico fundamental las ciudades" .
 
 El GOR propuso "preparar la organización, y por su intermedio a la clase y su vanguardia, de la necesidad de capacitarse teórica y prácticamente para la lucha armada", pero también emplear "el arte militar en la medida de las necesidades de la lucha de clases", de la necesidad de la organización y sin perder de vista las "particularidades de la toma del poder en nuestro país" .
 
 La organización abordará, como "tarea central en la actualidad", la necesidad de construir un verdadero Partido Revolucionario del Proletariado, del que no se otorga la paternidad: "Sería ridículo que una organización que tiene 100 obreros en sus filas en un país de millones de trabajadores pueda constituir un partido de la clase obrera". Para el grupo, "no existe en el campo revolucionario ninguna organización que pueda considerarse un auténtico embrión del Partido proletario revolucionario". En este sentido, el Congreso determinó que todas las fuerzas de la organización "deben ser volcadas fundamentalmente a la consolidación de una organización homogénea", que gane para sus filas "a los mejores elementos de la vanguardia obrera". De esta manera, la organización estará en mejores condiciones para encarar "la unidad de acción con la izquierda revolucionaria, como táctica de construcción de un polo alternativo para la vanguardia" .
 
 La formación de este "polo marxista revolucionario" será la base que "permita avanzar hacia la construcción del Partido en el actual período de lucha de clases". De llevarse a cabo este objetivo, el GOR entiende que estaría creando "una organización capaz de ejercer sobre la vanguardia amplia una influencia alternativa al reformismo, al populismo y al centrismo". Asumirá, pues, la creación de este polo marxista revolucionario "ante la imposibilidad de la construcción del Partido a partir del autodesarrollo" y como ruptura ante "la autosuficiencia que caracterizó durante años a las pequeñas organizaciones de la izquierda revolucionaria en la Argentina" .
 
 Los documentos del primer Congreso reflejan una mirada sobre el movimiento obrero de pleno ascenso organizativo y combativo, y en el que la organización no prevé un golpe militar, ni las consecuencias que sobre el grupo va a tener la dictadura. Un hecho, convertido en anécdota, pondría a los dirigentes en alerta sobre el proceso que se había iniciado el 24 de marzo de 1976. "Cuando salimos de la casa donde estábamos realizando el Congreso, recién ahí nos enteramos que se había producido el golpe. De vuelta a Buenos Aires, el vehículo en el que viajábamos cayó en una pinza, de la que afortunadamente zafamos", recuerda Daniel Pereyra.
 
 "El golpe no figuraba como una pieza clave de nuestro Congreso", explica el ex dirigente del GOR: "Medio que nos sorprendió, en lo práctico, en lo concreto. El Congreso no nos preparó lo suficiente para lo que vino después del Golpe. Eso fue más bien una tarea que se hizo a posteriori en los sucesivos Comités Centrales, de adecuación tanto de un análisis político como de consecuencias prácticas".
 
 La dictadura, las tendencias
 
 Cuatro meses después de iniciado el "Proceso de Reorganización Nacional", el Comité Central readecuó su visión de la situación política. Para el GOR, "el movimiento obrero está frenado por la acción represiva -la más violenta que haya soportado desde hacía décadas— y por la recesión económica con su secuela de desocupación". Pese a caracterizar de esta manera la situación de la clase obrera, el GOR atisbó unos primeros pasos de reorganización del movimiento obrero, que no son suficientes ante "un repliegue general frente a la ofensiva de la burguesía" .
 
 "El hecho de que la clase obrera no enfrentara al golpe", explicó el GOR, "constituye, por sí mismo, una debilidad cuyas raíces se extienden a los meses anteriores a la instauración de la dictadura". Aunque se empeñó en diferenciar repliegue de derrota, el Comité Central no pudo dejar de observar la profundidad de la ofensiva represiva. "El proletariado vivió retrocesos, como durante la anterior dictadura. La diferencia con la actual situación es que, mientras en la época de Onganía la represión tenía por objeto frenar al movimiento obrero a través de un aparato coercitivo de carácter preventivo, en la actualidad la represión está dirigida al aniquilamiento de la vanguardia y al aplastamiento de todo intento de lucha del movimiento obrero".
 
 Frente a esta situación de repliegue y de represión, propuso la formación de Comités de Resistencia para iniciar la reorganización del movimiento obrero: "Nuestra tarea como revolucionarios es impulsar la organización clandestina de los compañeros que estén dispuestos a encarar la lucha contra la patronal y la dictadura formando Comités de Resistencia clandestinos en cada fábrica u oficina, pero que deben tender a la coordinación con otros lugares (de trabajo)".
 
 Debido a la fuerte represión ejercida por la dictadura militar, planteó que "las formas clandestinas de organización deben ser desarrolladas al máximo", descartando la posibilidad de actuar legalmente “lo que no pasa de ser una ilusión de algunos sectores reformistas que pretenden vegetar a la sombra de la dictadura". En este contexto, la lucha armada cobra, para el GOR, una vigencia todavía mayor. "No concebida como un enfrentamiento de aparatos, para el que estamos en absoluta desventaja, sino como un medio para difundir nuestras posiciones, llegar a las masas, participar de sus luchas y defender a la propia organización y sus militantes". En definitiva, un accionar entendido "en el marco de un acompañamiento de las luchas de masas y a la propaganda y agitación de los revolucionarios, que hoy requiere para su mínima expresión del apoyo armado".
 
 Asumida nuevamente la actividad militar como autodefensa y propaganda armada, el GOR realizó una serie de acciones, básicamente publicitarias, cuyo mayor auge se dio entorno al primer aniversario de la instauración de la dictadura militar. Así, el 18 de marzo de 1977, militantes interceptaron y coparon un ómnibus de la empresa Mercedes Benz, que transportaba trabajadores a la planta de esta compañía. Tras un pequeño discurso, procedieron a repartir volantes entre los trabajadores. Una acción que repitieron los días 22 y 23 de marzo, con la colocación de diversas cajas volanteadoras en las estaciones de Morón y Ramos Mejía del Ferrocarril Sarmiento, y con el reparto de volantes entre los trabajadores de FIAT, en la estación Villa Bosch del Ferrocarril Urquiza .
 
 La crisis, sin embargo, empezó a hacerse evidente en la organización a mediados de 1977, como producto del alejamiento de un importante número de cuadros, bien disconformes con la línea adoptada por el GOR, bien como producto de la desmoralización derivada de la eficacia represiva. Las diferencias políticas en el interior de la organización, que no habían quedado resueltas en el primer Congreso, rebrotaron en un momento de crisis. En su intento por superar esta situación, el Comité Central convocó al Segundo Congreso y marcó como fecha de apertura del período precongreso, el 1° de septiembre de 1977. Pese a que, finalmente, el Congreso no se realizó, su convocatoria fue definiendo tres tendencias dentro de la organización (A, B y C). Los principales puntos de divergencia entre ellas fueron el grado de derrota que apreciaba cada tendencia como producto de la represión, la política "sindicalista" adoptada con la corriente clasista y la actividad militar del GOR.
 
 La tendencia A, el sector más minoritario y que abandonó la organización en noviembre de 1977, adoptó una posición de enfrentamiento abierto con toda la organización, pero especialmente con su dirección, a la que acusaba de haber abocado a la organización al "militarismo", y criticando la política "sindicalista" representada en la experiencia de la corriente clasista.
 
 La tendencia C, que representaba a la mayoría en la dirección del GOR, hizo un balance autocrítico de la organización hasta ese momento. Para este sector, el GOR había subordinado, desde un principio, la actividad política en el seno de las masas a la actividad y preparación militar, lo que había supuesto para la organización un freno en sus posibilidades de captación y formación política. La tendencia C entendía que la "concepción militarista" adoptada, quedaba reflejada en la política de alianzas, con un carácter utilitario y en función de la debilidad operativa del GOR, pero no de acuerdos políticos consistentes. Esta tendencia también valoró negativamente la experiencia de la corriente clasista, ya que a su entender se había reemplazado el trabajo como partido por la captación para ésta. Criticó las "conciliaciones" del Primer Congreso, que no habían resuelto las diferencias políticas y que llevaban a la situación que vivía en ese momento la organización. 
 
 Hicieron hincapié, finalmente, en la definición trotskista del GOR, planteando la prioridad de alianzas con otras organizaciones del mismo origen, y en la falta de formación teórica, fuente de las posteriores "desviaciones", cuya responsabilidad otorgaban a la tendencia B.
 
 Por su parte, la tendencia B entendía que no era el supuesto "militarismo" la causa principal del escaso crecimiento de la organización, sino la falta de una política concreta en el movimiento sindical y estudiantil, que hubiera permitido reclutar nuevos militantes. Reivindicaba, en cambio, la experiencia de la corriente clasista, como una forma de intervención en el movimiento obrero y como un organismo intermedio entre las organizaciones de masas y el partido, cuyo fracaso final achacaba al cambio de las condiciones políticas devenidas del golpe del 24 de marzo de 1976.
 
 El repliegue final
 
 Las caídas de miembros de la dirección aumentó la desmoralización y la crisis en el interior de la organización y se convirtió en uno de los principales motivos de la no realización del Segundo Congreso. El 21 de diciembre de 1977 caen "José", Luis Antonio Barassi, miembro de la dirección del GOR, y Gerardo Luis Álvarez, quienes desde entonces permanecen desaparecidos. A mediados de junio, las fuerzas represivas golpearon nuevamente a la organización, con la detención de Roberto Ramírez, el viejo "Guillermo", quien permaneció desaparecido entre julio de 1978 y abril de 1980, y que murió en Estocolmo en agosto de 1987. 
 
 Dos golpes muy duros en seis meses, que dejaron al descubierto parte de la infraestructura. En julio de 1978, el GOR realizó una operación de "guante blanco" conjuntamente con Fuerza Obrera Comunista (FOC), con el propósito de obtener nuevos recursos financieros que le permitieron enfrentar la situación. El operativo, realizado gracias a la labor de inteligencia efectuada por FOC, "partía de un conocimiento muy profundo de ¡a estructura de las operaciones bancarias" y se realizó a partir del uso de giros bancarios sustraídos al Banco de la Nación Argentina y cobrados en otras entidades bancarias. Este operativo, por el cual ambas organizaciones lograron estafar al Banco de la Nación Argentina en un total de 250 millones de pesos, permitió costear la salida al exterior de los militantes y mantener una estructura mínima en el interior del país.
 
 Pero la realidad que vivía la organización era de extrema debilidad, por lo que el Comité Central decidió, en agosto, poner a la misma en estado de "emergencia absoluta". En este contexto, se redujo la actividad de la organización al mínimo, se levantaron las casas operativas con posibilidad de ser detectadas, se envió al exterior a los integrantes más comprometidos en seguridad y permitió el viaje al exterior de otros militantes que desearan hacerlo por propia voluntad. 
 
 "En la organización" -subraya Pereyra- "se comenzó a discutir qué se hacía y los que eran partidarios de salir pesaban, eran parte de la dirección. Esa situación duró unos pocos meses. Al cabo de este tiempo -aproximadamente noviembre de 1978- salieron unos cuantos compañeros, la mayoría a España". Posteriormente, ya en febrero de 1979, el principal miembro de la dirección que se hallaba en la Argentina viajó a Europa, para luego regresar a continuar con la reorganización del grupo. Tras unos pocos meses de militancia, también cayó con varios de sus compañeros. De alguna manera, fue el acta de defunción de la organización. En España, los que habían logrado irse del país mantuvieron algunas reuniones, pero en ellas sumaron más diferencias.
 
 Para mediados de 1979, golpeados por la dictadura que desbarató a la organización y desapareció a los militantes que quedaban en el país, y con algunos pocos que lograron exilarse, el GOR dejó de actuar como tal. El trotskismo en la Argentina perdía así una instancia organizativa que había pretendido sintetizar la militancia clasista con la lucha armada.